Dentro de una gran bahía se encuentra nuestra bella San Francisco, la misma que recorrimos en bici y logramos sobrevivir.
Dicen que tiene las cuatro estaciones en un día, como la canción “four seasons in one day”. Es muy dada a estar cubierta de niebla o nubes bajas, a veces el puente ni se ve. Así que si vais a finales de verano, recordad llevar algo de abrigo, por si acaso.
Es lo que hicimos nosotras estos días de septiembre, nos equipamos con unas deportivas y un chaleco de Uniqlo ultralight, que es el mejor invento para viajar, no ocupa nada de espacio, y como su nombre bien dice, es súper ligero; y en marcha nos pusimos a una zona más fresquita.
La primera vez que visité San Francisco fui a un lugar MÁGICO llamado Muir Woods, que ME FASCINÓ, tanto, que pasó a ser uno de mis lugares favoritos en el mundo.
Se trata de un bosque de Sequoia sempervirens, nombre científico de Redwood, o, como lo llamo yo, árbol maravilloso, poblador longevo de la tierra y creador de bosques protectores y frondosos. LOS ADORO.
El bosque de los árboles más grandes del planeta es maravilloso, tiene una energía brutal, pasear junto al riachuelo donde el salmón nada y procrea, es sanador, te renueva, al igual que abrazarse a alguno de ellos; aunque debéis saber que para rodear el tronco de la gran mayoría hacen falta varias personas.
Algunos son tan grades que un coche puede pasar entre sus raíces, y si miráis al cielo, el espectáculo de sus ramas besándose con el sol brillando es, ÚNICO.
Hace algo más de un año cambiaron las reglas para las visitas del parque. Se tiene que reservar plaza de aparcamiento para entrar, si vais en coche os aconsejo hacerlo, ya que si no, os mandarán de regreso.
Existe también un autocar (shuttle) que lleva a los visitantes al pueblito más cercano, que también debe reservarse. Otra opción es contratar un tour y os olvidáis de todo.
No hay buena cobertura telefónica, si vais en taxi o en Uber, les permiten parar para que podáis bajar y entrar al parque. Al salir os dejarán usar el teléfono fijo para llamar a otro taxi que os recoja.
¿No os recuerda a un bosque encantado con esas nubes posándose en él?
Diciendo adiós al bosque, que está a media hora de la ciudad pasado el puente Golden Gate si vais directos, tomamos el camino a Sausalito, donde ya habíamos ido en bici en otra ocasión.
Si vosotros vais en coche a explorar esta parte norte del puente, además de comer en alguno de sus bonitos restaurantes y dar un paseo por el centro, os aconsejo seguir la costa, pasadas las bonitas casas flotantes de las que os hablé en mi otro post.
El paseo por este lugar frente al mar, desde donde se ve a lo lejos el skyline de la ciudad, vale mucho la pena antes de regresar al bullicio de los rascacielos.
Siempre amanezco muy temprano en Sanfran, es por la gran diferencia horaria con España. Cuando todavía es de noche, agradezco que el gym esté abierto las veinticuatro horas, aunque si ya ha amanecido me gusta ir a correr desde el centro, por la calle Market hasta la Pier 39 y saludar a los ruidosos leones marinos.
Una vez me acompañó Sara, una de mis compañeras de viaje, a día de hoy me dice que fue su primera y única vez, que no ha vuelto a correr en su vida. Lo recordamos con cariño y nos reímos de su gran hazaña de diez kilómetros cada vez que nos vemos.
Dani, otra víctima que logré convencer, prefirió quedarse con los leones de cháchara, así que tuve que volver sola y riéndome de verlo allí con ellos. Debo decir que siempre hay escenas que me regala el cielo mientras corro, como esta.
En mi anterior post sobre Frisco, como lo llaman cariñosamente, os hablaba del primer libro de la trilogía del siglo de Ken Follet, donde cada libro versa sobre una de las grandes guerras. Y hoy quería aprovechar para hablaros del segundo, El invierno del mundo, donde las familias protagonistas y sobre todo sus hijos, viven el nacimiento del nazismo y lo que ello trajo consigo, tanto en Alemania como en su exterior.
La Guerra Civil española es parte de la historia de nuestros personajes, cuyas vidas están entrelazadas, como lo estuvieron todos los países que formaron parte del conflicto de una forma u otra. La Segunda Guerra Mundial, la creación de la bomba atómica, y el inicio de la Guerra Fría forman parte de este relato que no podréis dejar de leer.
Siempre doy gracias por tener a mi Kindle, es tan práctico que puedo leerlo en la playa o en la cama, sobre todo cuando leo libros tan grandes y pesados como los de nuestro autor de hoy. Debo decir que me encantan los libros tan largos, y cuando los acabo, echo de menos a los personajes, como me pasó con esta y otras trilogías sobre las que ya os iré contando.
Disfrutad el libro, los sequoias, los paseos junto al mar y el running por esta ciudad que es imposible no amar.
2 comentarios
Un post estupendo. San Francisco es espectacular. Quizás la ciudad más bonita que hay en Estados Unidos.
Es fabulosa.
Gracias por leerme.