Catedral de Roma, Scala Santa y reliquias.

Algunos me llamáis la chica de las iglesias, y con razón, habré visto montones de ellas en Roma, ¿verdad? Saturé mis redes y las amigas me decían, “veo que sigues en Roma, he visto una iglesia en Instagram” pues preparaos, empieza el bombardeo.

Ya os conté cositas de dos de las más importantes, San Pedro del Vaticano y Santa María la Mayor, así que hoy empezaré con otra iglesia VIP, la catedral de Roma, San Giovanni in Laterano, que ostenta el título de Madre de todas las Iglesias y es además Patrimonio de la Humanidad, la jefa. 

La basílica fue un palacio durante el siglo III, pasó después a manos de Constantino I, en el momento que ganó la batalla que le concedió desfilar bajo el arco que se lleva su nombre y sobre el que ya os hablé.

En el siglo XVII Borromini le dio el toque barroco que tiene hoy. Como gran basílica debe albergar reliquias, y sí, las alberga, las cabezas de San Pedro y San Pablo y la tumba de San Giovanni. 

Lo que más me sorprendió de esta archibasílica fue su juego de luces. Me encontraba yo en el altar mayor justo pasado el mediodía cuando al girarme, vi como desde unas ventanas emplazadas en lo alto de sus grandes muros entraba luz y brillaba sobre las seis espléndidas estatuas situadas en un lado de la nave mayor, de las doce que hay y que representan a los doce apóstoles.

No me extraña que los creyentes, que hace siglos eran casi todos analfabetos, vieran en estas experiencias milagros y señales divinas. Los que eran divinos eran sus creadores, me sigue asombrando cómo construían estos templos y lo bonitos que los decoraban. Esta también es una de las siete iglesias que visitan los peregrinos al visitar Roma en Año Santo y una de las cuatro papales (junto con San Pedro, Santa María la Mayor y San Pablo Extramuros).

Símbolo papal

A la izquierda de la gran basílica se encuentra la Escalera Santa. Santa Helena, la madre de Constantino I, fue quien la trajo a Roma en el año 326.

Se trata de los 28 escalones del palacio de Poncio Pilatos que subió Jesus, camino a ser juzgado. La tradición dice que el creyente debe subirlos de rodillas y rezar una oración en cada uno, y eso hice yo, ya sabéis “donde fueres haz lo que vieres“ y hay que hacer caso al refranero. En señal de respeto no se permiten fotos, esta es de la preciosa escalera que hay justo al lado.

La cercana parada de metro San Giovanni está justo al lado de una larga muralla y sus correspondientes puertas. Me sigue pareciendo maravilloso caminar por una ciudad de nuestros días con estos toques, una muralla por aquí, una ruina por allá.

La seguí y fui a dar con una iglesia, otra de las siete principales, la Basílica de la Santa Cruz de Jerusalén.

Es además la que alberga más reliquias de la crucifixión. De nuevo Santa Helena trajo las siete de Jerusalén, consistían en partes de la Vera Cruz, de la cruz de uno de los ladrones, de la esponja, la corona, clavos y la inscripción INRI.

Los frescos son maravillosos, me encanta ese color azul.

Hasta aquí llega el primer post sobre iglesias, ¿estáis rezando para no escriba muchos más? Debo nombrarlas, aunque sea de pasada, muchas de ellas albergan obras de arte, no podéis visitar Roma y no verlas, ¿verdad mis queridos nómadas?

Solo queda hablaros del tercer libro de la trilogía de Escipión el Africanus, de Santiago PosteguilloLa traición de Roma”, en el que se narra como Escipión es ya un reconocido general, el único que consigue derrotar a Aníbal. Escipión ha conseguido además un gran poder político, los romanos le adoran, todos menos Catón, el discípulo de su gran enemigo político Máximo y su gran oponente en el Senado. Catón hará lo posible para acabar con Escipión y toda su estirpe.

Mientras en Cartago, Aníbal va a formar parte del Consejo del país, no comulga con sus métodos de extorsionar al pueblo para pagar la deuda con Roma, mientras los ricos no ponen nada de su bolsillo. En consecuencia el Gran Consejo quiere librarse de él entregándoselo a Roma, pero Aníbal escapa y ahí empieza su vida en el exilio, colaborará con un rey y su invencible ejercito; ejercito que se va a enfrentar a unas legiones comandadas por el hermano de Escipión, Lucio.

Otra lectura muy entretenida, debo decir que cuando la empecé pensé que se trataría de interminables batallitas, pero no ha sido así, se narran muchas sí, pero desde un punto de vista de estratega, el autor entra en la cabeza de los generales y de todos sus personajes de tal forma que te transporta a esa Roma tan excitante. 

Este es el último de esta saga, pero sé que este autor tiene muchos más sobre la historia romana, ¿los leeré? Pronto os cuento.

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