Como os contaba después de cargar energías en el primer día de año me fui caminando hasta Milsons Point, desde donde me maravillé de la vista que me encontré, la Ópera House y el puente en la misma “foto”, y ¡tan cerca de mi casa!. Estaba tan feliz que saqué a la ”guerrera” a pasear.
Junto a la estación de tren de Milsons Point están las grandes escaleras por las que subí para cruzar andando uno de los puentes más famosos del mundo, conocido como “La Percha” por su forma y que inauguraron en 1932. Solo mide 1.149 km, así que se puede caminar perfectamente.
¡Ah un consejo!, si vais llevad sombrero, esta parte del planeta está más cerca del sol, de ahí que sea tan fuerte. Me alegré de haberme comprado un sombrero australiano con ala nada más llegar, así que equipada y untada de crema solar lo crucé mientras admiraba la maravillosa vista y veía barquitos ir y venir.
Al otro lado del puente, a la derecha, se encuentra la reserva de Barangaroo. Para llegar a ella pasé por algunas de las calles del barrio colonial The Rocks, que era donde vivían los convictos que llegaban a este país desde la súper pobladas cárceles europeas hace unos doscientos años.
Hay un pequeño museo gratuito en una de sus adoquinadas calles llamado The Rocks Discovery Museum que podéis visitar si os interesa saber un poco más de la historia de este lugar.
El barrio hoy en día es muy colorido, con sus calles adoquinadas, sus casitas, pubs y hoteles coloniales. Los viernes se puede disfrutar de un mercado gastronómico desde las 9am hasta las 6pm.
Junto a The Rocks está Dawes Point, un barrio residencial con una gran muestra de casas típicas del lugar. El barrio vecino es Millers Point que también está lleno de encanto colonial.
Parecía que estaba en la ciudad a la que llegan con el ganado Drover y Lady Ashley en la película “Australia”. Desde allí llegué a mi destino, el parque de la reserva Barangaroo, que construyeron para reconvertir la antigua zona industrial junto a la bahía. La reserva es rica en cultura e historia aborigen. Era tierra donde pescaba y cazaba la tribu aborigen Cadigal, que eran los pobladores de Sydney.
Di un paseo por la reserva hasta llegar debajo del puente, en el lado opuesto de Milsons Point, que era donde había empezado.
Desde allí decidí regresar caminando por el puente a casa. Se estaba haciendo de noche y tenía hambre así que me fui a buscar un pad Thai a Stir Crazy, un tailandés muy rico de Kirribilli. El sol estaba bajando y me dije, el Thai puede esperar, asi que me fui a Miltons Point para ver el cielo apagarse y las luces de la ciudad encenderse.
He sacado cientos de fotos de este trozo de la bahía, desde varias ángulos y podría sacar miles más.
Ahí andaba yo, dando un paseo y disfrutando muchísimo con las vistas cuando me di cuenta que el parque de atracciones Luna Park estaba a solo unos metros todo iluminado.
El parque fue construido en 1935 y es parte del patrimonio del país, es además uno de los dos parques del mundo regulado bajo legislación.
No tenía ninguna expectativa de cómo sería pero al entrar, ¡me pareció súper romántico!, es como un parque vintage, algunas de sus atracciones me recuerdan a esas películas donde los enamorados van a tirar bolas a algo que se mueve y ganan un osito.
Esa noche me fui feliz a casa a compartirlo con vosotros en las redes. Debo decir que he observado estos días que no muchos lugares tienen wifi, de hecho solo conseguí conectarme cerca de las estaciones de tren, aunque no siempre, y en alguna playa. Fue algo que me extrañó de esta gran ciudad, por lo tanto lo que me pareció más práctico fue comprar una tarjeta de prepago por dos dólares, le añadí crédito y así obtuve suficientes megas y mensajes gratis dentro del país.
En mi anterior post os hablaba de un libro de Marlo Morgan y hoy me encantaría hablaros de un segundo libro de la misma autora llamado, “Mensaje desde la Eternidad” donde los aborígenes y el outback australiano siguen siendo los principales protagonistas.
En él cuenta la historia de una pareja de gemelos que son separados y sustraídos de su tribu para vivir con los blancos. El niño acaba en Estados Unidos, donde crece para convertirse en un criminal. La niña se escapa del orfanato y se dirige al desierto donde convive con una tribu aborigen que le transmite el mensaje de sus ancestros. Ella regresa como una activista para luchar contra el racismo y la separación de bebes aborígenes de sus familias. El destino le lleva a dar con su hermano a quien ella le va a transmitir la filosofía de vida de la tribu y sus principios, el mensaje de la eternidad.