Un día en Santiago de Chile.

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Hacía 19 años que no pisaba Santiago, vine aquella vez a celebrar mi cumpleaños con mi amiga Pilar, y ya era hora de volver. Después de enriquecerme con mi visita al norte nos encontramos por fin, y como si fuera ayer, no paramos de hablar durante más de 12 horas seguidas.

Es domingo y algunos lugares están cerrados, como el Cerro de Santa Lucía. Pero eso no nos desmoraliza, la bella biblioteca queda justo al lado y la visitamos. Celebran una exposición sobre la premio Nobel de 1945 Gabriela Mistral. 

Allí cerca hay una calle curiosa, la llaman “la calle de los repuestos” así que si se te rompe cualquier electrodoméstico, aquí encontrarás lo que necesitas. Me parece muy acertada esta calle en una era donde todo es usar y tirar, reparemos, re-usemos.  

Llegamos al Teatro Municipal de Santiago, para hacer un tour que hay que reservar y no hay hueco hasta dentro de varios días (ya no estaré), pero creemos que mi acento español anima a las amables funcionarias a invitarnos a unirnos a uno que hay programado y es privado, claro una viene desde el otro lado del mundo… ¡qué bien!

El tour es maravilloso, con muchas referencias históricas, anécdotas curiosas, como la de la puerta de atrás, que es por donde usualmente entraban las señoras desde el carruaje, las cuales llegaban con el vestido arrugado, sí arrugado, porque eso indicaba que venían de una gran viaje a ultramar, probablemente de Europa, y eso daba prestigio. 

Y en la calle contigua se encuentra la “Picá de Clinton” lugar donde paró el entonces presidente Bill Clinton a comerse un completo, que se compone de un bocadillo y una bebida.

Encontramos un mercadito frente a una bonita iglesia, Santa Rita de Cassia. 

Y llegamos a una de las plazas más populares de Santiago, la Plaza de la Moneda, en ella se encuentra el Palacio de la Moneda, sede del Presidente de la República y el Banco del Estado. El otro lado del palacio está rodeado por la Plaza de la Constitución, y en ella veo una estatua del presidente asesinado Salvador Allende, familiar de la escritora Isabel Allende.

En los alrededores se encuentra el Club de la Unión, lugar de reunión de la alta sociedad.

La Bolsa de Comercio queda junto a la calle Bandera, calle sembrada de murales y colorines. 

Caminando vemos la Corte Suprema y los Tribunales de Justicia, lugar donde antes estaba emplazado el Congreso. 

Nos entran ganas de picar algo y frente a nosotras está el Bar Nacional, castizo de toda la vida, y nos deleitamos con unas empanadas típicas.

El Museo de Arte Precolombino luce imponente y cerrado, tomo nota mental de visitarlo porque creo que ofrece mucha riqueza. 

El Edificio La Polla traería risas en España, se trata de un juego de azar, además de la hembra del pollo.

La Plaza de Armas es el centro y la vida de Santiago, allí está la Catedral, Correos, el edificio de la Municipalidad, un mercadito y muchos transeúntes, bicis y patines entretejidos en ella.

El Mercado Central de Santiago tiene gran oferta de restaurantes. Alrededor encuentro callecitas y rincones encantadores. El Museo de Bellas Artes queda frente al Parque Forestal. Para los amantes de los helados, a dos pasos está el “Emporio la Rosa”.

La Embajada Francesa nos da paso al barrio de Lastarria al que puedo describir como bohemio, hípster y colorido, con buena vibra. Me gustó mucho, así que hicimos una parada en Brussels Chocolate para tomar uno calentito.

Caminando ya de noche nos encontramos a vendedores ambulantes de comida vegana, me gusta. Llegamos al Patio Bellavista, aglomera distintos cafés, bares y restaurantes. Elegimos La Casa en el Aire para cenar empanadas con cochayuyo, (una palabra muy chilena, se trata de un alga), patatas con guacamole y todo ello amenizado con música en vivo de Joaquín Sabina y Silvio Rodríguez.

Nos vamos a casa no sin antes pasar por La Chascona, casa donde vivía Pablo Neruda.

Neruda nos lleva a Isabel Allende, probablemente la escritora más famosa que tiene esta tierra. He elegido “El largo pétalo de mar” alias que el poeta usa para dar nombre a su largo y estrecho país y la autora utilizó para designar esta novela que empieza en plena Guerra Civil Española, sus dos principales personajes huyen a través de Francia y se embarcan en el Winnipeg, barco fletado por el poeta Neruda, que les llevará a las tierras lejanas chilenas donde empezarán una nueva vida. Un viaje por la reciente historia del país y sobre el desarraigo.

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