Roma, eternamente bella.

La eterna Roma la llaman y con cuánta razón. MAGNÍFICA sería uno de los múltiples calificativos que usaría para describirla, y creo prever lo que os sucederá al verla, OS QUEDARÉIS SIN PALABRAS.
Toda ella es belleza, empezando con el imponente Coliseo, grande y majestuoso cuando os paráis frente a él, suscita expresiones como la que mi madre exclamó, “oh Dios mío, qué grande, no imaginaba que fuera tannnn grande e imponente”. Imaginad las miles de personas que albergaba en sus días de pleno apogeo, cubierto de mármol blanco y que debía brillar en la lejanía, no creo que ningún viajero nómada de la Antigüedad se resistiera a hacer una paradita en esta ciudad.
¡A la arena gladiadores!
Conectado al Coliseo a través de la Vía Sacra está el Foro Romano, que era el centro de la ciudad en sus días, de ahí el número de basílicas y templos a sus múltiples dioses, todo ello mezclado con la Roma de hoy, unos pasos te alejan de tu era, otros te devuelven a ella.
Descansando en el Foro, entre templos.
Junto al Coliseo se encuentra el Palatino, que es una de las siete colinas donde se asienta Roma, y donde Rómulo la fundó. Siguen allí las ruinas de varios palacios y se puede ver su sistema de aguas,  que ha sido uno de sus legados a nuestra sociedad actual, qué fabulosos ellos. Un tip, os aconsejo comprar la entrada allí para los dos monumentos y os ahorraréis la larga cola del Coliseo.
Justo detrás del Palatino está el Circo Máximo, donde celebraban las carreras de carros, y hoy es un parque desde el que hay unas vistas espectaculares del Palatino. Nosotras disfrutamos de sentarnos a contemplarlas ambas, sin más, admiradas de nuevo, antes de tomar la calle de la izquierda y meter la mano en la Boca de la Verdad, que está en la pared de la iglesia Santa María en Cosmedín y que tan famosa la hizo nuestra maravillosa Audrey y el guapo Gregory Peck en Vacaciones en Roma, otra de mis películas clásicas favoritas.
 
300.000 personas cabían en el Circo, y ahí tenéis al Palatino.
 Otro de mis lugares predilectos en Roma es el Pantéon de Agripa. Cuando apareció entre sus callejuelas fue ESPECTACULAR, nos quedamos admiradas. Con esas  gigantescas columnas sosteniéndolo, y al ver su interior circular con su agujero en el techo, que produce efectos mágicos, fue maravilloso. Dicen que cuando llueve las gotas parecen estar suspendidas en el aire. Él al completo fue otra fabulosa sorpresa.

Aunque Roma se vea preciosa en la tele o en las fotografías, cuando estás frente a todas estas maravillas, que han perdurado tantos años, es otro cantar, te dejan con la boca abierta.

Tocado por la luz de los dioses.

Encontraréis mucho arte que “habla” en esta ciudad, como la Fuente de los Cuatro Rios de  Bernini en la barroca Piazza Navona. Sus figuras se hallan de espaldas al edificio que tienen enfrente; al no llevarse bien los arquitectos que las crearon, “enfrentaron” a sus obras, MAGNÍFICO, como la plaza misma. ¿Sabiáis que todas plazas de Roma, tienen algo en común? todas tienen un obelisco en su centro.

La bella Piazza que se llena de vida con sus mercadillos y cafés. Antiguo Estadio Domiciano.
 
En la Piazza de Spagna, además de la Embajada Española, están los escalones más famosos de la ciudad, la Escalinata Española, inmortalizados de nuevo por nuestra bella Audrey. Lugar ideal para tomarse otro descanso y un rico gelato contemplando, desde ellos, la fuente en forma de barca que también diseñó Bernini.
Vacaciones en Roma, nuestra bella Audrey.

Los entresijos de la Eterna están llenos de ruinas, en cada plaza y recodo se muestran al visitante nómada. Os recomiendo perderos en ella, no solo los grandes monumentos son bellos, sus calles y edificios llenos de historia, también lo son.

Caminando y buscando entre las callecitas nos apareció la Fontana di Trevi, grande, bella y con medio planeta frente a ella, claro, ¿quién se la querría perder? Nosotras no. Y debo decir que respecto a la tradición de arrojar una moneda para asegurarse el regreso a Roma, FUNCIONA, así que lanzad, nómadas, lanzad.

El libro que hoy nos acompaña es Come, reza, ama de Elizabeth Gilbert, quien nos narra el camino de la evolución de una escritora que, tras un divorcio y una relación fallida inicia una búsqueda, pasando primero por Roma para disfrutar del buen comer y beber, y del placer de no hacer nada o dolce far niente como dicen allí. En su paso por la ciudad eterna conoce a personas que la ayudan, no solo a aprender italiano, si no a encontrarse a ella misma.
De Roma vuela a la India donde aprende a meditar y a calmar su mente, y tras unos meses regresa a Bali, se reune con un gurú que había conocido en una visita anterior. Él la ayudará a entender a su niña interior y allí también conocerá el amor. Entretenido, refrescante y divertido. Ideal para leer en vuestras propias “Vacaciones en Roma”.
Come, reza, ama.
Cuando empecé a escribir este post pensé, ¡hay tanto que escribir sobre ella!, sobretodo lo bella que es, sé que me repito mucho, pero es que es magnífica y única, por ello esta será la primera entrega de esta città y así podré disfrutar de volver a recordarla y contaros más cosas sobre ella en el siguiente post queridos nómadas.

 

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