Recorriendo Buenos Aires en chanclas

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Caminar, caminar, caminar …
Las chanclas nos llevan hasta el céntrico y antiguo barrio de San Telmo en Buenos Aires, donde solía vivir la aristocracia en el pasado.  Los domingos bulle gracias a su Mercado de Antigüedades. Nosotros al ver que nos quedaba mucho que recorrer decidimos “agarrar” fuerzas, como dirían por aquí, y nos comimos una de las ricas empanadas, cuya forma me recuerdan a nuestros cocarrois mallorquines, ¿no os parece?
Caminando por las calles de San Telmo os encontrareis a nuestra pequeña Mafalda y sus dos amiguitos que tanto nos han hecho reír desde que éramos pequeños, su estatua homenaje está frente la casa donde vivió su creador Quino. Allí cerca, en el corazón del barrio se halla también el carismático Bar Dorrego el cual en el pasado fue una antigua fábrica y almacén de venta a granel; ofrece la oportunidad de refrescarse con una limonada natural acompañada de la típica y rica media luna (croissant) al son de “Mi Buenos Aires querido“. Incluso podéis dejar vuestra huella en sus paredes o mesas.

¡Qué sorpresa! cuando seguimos chancleando las calles porteñas y nos encontramos a una pareja bailando un tango, MARAVILLOSO. Es lo que tiene esta ciudad, te sorprende a cada paso.

La Casa Rosada nos muestra el balcón de Evita abriéndose a la Plaza de Mayo, más allá las Casas del Gobierno se levantan imponentes, todo ello mezclado en el bullicio de la ciudad, una ciudad que me recuerda mucho a nuestra Madrid.

Me gustan mucho los contrastes que nos vamos encontrando a cada paso, una mezcla de edificios coloniales y edificios art decó, decidme, ¿creéis que hace honor a su apodo “la Paris de Latinoamérica“?, yo queridos nómadas creo que sí, es un bonito piropo y al visitarla veréis que es por su belleza, porque BA es única.


Tras un leve chubasco nuestras chanclas mojadas nos llevan a Palermo, el Soho porteño, lleno de encanto y colorido. Para mi alegría en la plaza del Viejo Palermo encuentro varios restaurantes vegetarianos, en un país tan carnívoro es todo un logro.

Mi amigo Lucas, el mejor cicerone de BA nos lleva al Krishna. Me pareció una opción deliciosa y con una decoración muy “delaindia”.

 

Tras la parada gastronómica, no muy típica debo añadir, y siguiendo las indicaciones de mi buen amigo Marco ,un enamorado de esta ciudad, nos dirigimos a una librería donde también podemos tomar el postre; cual no sería nuestra sorpresa al ver que era una teatro, el fabuloso Ateneo Grand Splendid, convertido en librería y en cuyo escenario nos podíamos tomar un te con DOS alfajores rellenos del rico y famoso dulce de leche. ¡Qué maravilla de sitio!, se convirtió una de mis librerías favoritas del mundo, quería quedarme a vivir allí una temporada, dentro de esta belleza. En otro lugar probablemente lo hubieran convertido en un H&M pero este, rodeado de libros, no había perdido su encanto, más bien lo había aumentado. No esperaba menos de la ciudad con más librerías del mundo.

En esos días andaba enfrascada en la lectura de “La ladrona de libros” de Markus Zusak, una novela que me encantó, como todos los obras que cuentan historias donde los libros en sí son protagonistas esenciales. Este relato nos cuenta la historia de una niña que vive en la Alemania nazi; la familia que la acoge alimenta su pasión por los libros, ya innata en ella, mientras ella escribe y da forma a su propio libro.

Tengo debilidad por las historias que transcurren durante la guerra, donde esconden a judíos, ¿os gustan a vosotros?, si no lo habéis leído, os lo recomiendo, y no vale ver la peli antes, creo que lo disfrutaréis, al menos, eso espero, al igual que si decidís visitar la ciudad de Buenos Aires; hagáis una cosa o la otra, ¡contadme!, me encantará conocer vuestras opiniones. Nos vemos en el próximo post queridos nómadas.

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Mis viajes alrededor del mundo siempre acompañados de un buen libro. My travels around the world always accompanied by a good book.