Alcatraz. La Roca. San Francisco.

La bahía de San Francisco suele cubrirse de niebla a menudo, por ello me sentí feliz cuando amaneció soleado el día que iba a ir a visitar la famosa isla-prisión de Alcatraz.

Había comprado el billete con un mes de antelación, es una atracción muy popular, aunque a veces se puede tener la suerte de conseguir uno de alguien que lo venda allí mismo. Ese día mientras esperaba una chica me ofreció una entrada que les sobraba, la rechacé, y ahí nos enteramos que se puede usar otro día.

Era muy temprano, mi barco no salía hasta las 11:30 así que me fui a desayunar a la Pier 39, desde donde se puede ver el Golden Gate a la derecha y la isla de Alcatraz en frente, y como no, donde “juegan” los leones marinos, siempre me hacen reír, son muy divertidos y tan cuquis.

Antes de las 11am estaba en la Pier 33 haciendo la cola para embarcar. Zarpamos puntuales, la travesía solo tarda entre 10 y 15 minutos; ese día hacía viento y en medio del mar se multiplicaba, aunque el barco es lo suficientemente grande y estable con lo cual casi no se movió.

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Llegamos al embarcadero de la isla donde nos recibió un ranger, que son los cuidadores de todos los parques nacionales del país. Allí también me hice con un mapa muy informativo.

Aprendí que durante la Fiebre del Oro empezó a llegar una gran riqueza, decidieron fortificar la bahía y al quedar Alcatraz justo en medio construyeron un fuerte y el primer faro de la costa del Pacífico que sigue operativo desde 1854.

Llegó la Guerra Civil en 1861 y 400 soldados fueron posicionados allí. Fue prisión casi desde el principio, allí encerraron a soldados condenados por varios crímenes, a civiles por traición, a la tripulación de un barco confederado, a indios de varias tribus durante las guerras con los indios y otros tantos convictos durante la guerra americano-española de 1898.

En 1907 tiraron parte del alcázar y construyeron la cárcel como la conocemos hoy.

Durante la Gran Depresión de los años 30 se convirtió en cárcel de máxima seguridad, fue entonces cuando “ScarfaceAl Capone y otros presos que daban problemas en otras cárceles cumplieron condena en Alcatraz.

Les daban la “bienvenida” en esta sala, donde recibían el uniforme,  la taza y varios utensilios de aseo.

Allí mismo estaban las duchas comunes.

Hubo catorce intentos de fuga, tras robar utensilios de la cocina hicieron un agujero debajo el lavamanos que daba a un corredor por el que escapaban, dejando una cabeza hecha por ellos para fingir que seguían durmiendo.

Podían recibir visitas tras unas ventanitas con unos cristales anti bala realmente gruesos.

Llamaban a las celdas de castigo “el agujero”, allí los encerraban sin luz.

Los fines de semana podían salir a un patio desde donde podían ver el Golden Gate.

La verdad es que la isla tiene las mejores vistas de la ciudad, cuentan que se podían oír las fiestas y la vida que llegaba desde San Francisco mientras los presos estaban allí confinados.

Las familias de los guardianes también vivían allí, nunca cerraban sus puertas, y los niños jugaban libremente por los jardines. Antes de empezar el tour podréis ver un interesante video, en él hay algún testimonio de estos niños, y parece que fueron muy felices viviendo allí y yendo cada día al colegio en barco a la ciudad.

Y hablando de jardines, me parecieron maravillosos, como en una isla en medio de la nada y rodeando una cárcel decrépita se había formado tal conjunto de plantas cohabitando juntas.

Empezaron a cobrar vida con los soldados, trajeron tierra de la isla Ángel y la apilaron alrededor de sus armas para protegerlas de posibles bombardeos y plantaron plantas para evitar que el mar o el viento se llevaran esa tierra.

Las semillas que llegaron con la tierra crecieron, las familias y los presos que más adelante habitaron la isla plantaron flores y vegetales.

Cuando Robert Kennedy era fiscal general la cerró en 1963, necesitaba muchos arreglos y salía muy cara. Un año después un grupo de activistas la ocupó por unas horas y en 1969 el grupo “Indios de todas las tribus” llegaron para hacerse oír, la reclamaron como “tierra de todas las tribus” y vivieron en ella durante diecinueve meses.

Cuando lleguéis podréis ver en una pared unas letras que dicen “Indians Welcome” al igual que en el depósito de agua. Gracias a ello devolvieron algunas tierras a las tribus, en el vídeo que os comentaba nos cuentan su experiencia.

Después de mi visita acabé de leer “Firmamento” de Maxim Huerta. Un relato corto e intenso. Empieza con Mario y Ana, escapando de su vida, enclaustrados, uno intentando escribir durmiendo en la forma de otro cuerpo; otra encerrada en casa con las apps de ligar como única ventana al exterior. En un salto atrás en el tiempo están en el hotel Formentor, en la bella isla de Mallorca, allí se observan, se miran, hasta que se conocen y pasan una noche juntos. La historia continua con cartas con reproches por parte de Ana, que es además su editora, quien no quiere que Mario cuente su historia, su pasión, sus momentos. Él usa las frases de ella, sus palabras, ahora ya no solo corrige libros de otros, hasta dejarlos listos para gustar, ahora escribe su propia historia, la historia de amor de Mario y Ana.

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