Sídney invernal.

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Si hace tiempo que leéis mi blog sabréis que soy una enamorada de Australia y Sídney es uno de mis lugares en el mundo que solía visitar en verano. En esta ocasión os llevaré a pasear por una Sídney más invernal, ¿os parece?

Empezaré por una de mis rutinas, algo que me encanta hacer allí, ir a ver el amanecer a Circular Quay, donde salen todos los barcos hacia los puntos de la bahía. Me pongo casi debajo del puente porque así tengo una vista privilegiada de la Ópera House, que queda preciosa cuando el sol aparece por detrás. Para mí es un momento mágico, especialmente si aparece la foca del lugar a saludar.

No se si os pasa pero cuando voy a una ciudad que he visitado muchas veces me gusta disfrutarla, “hacerme la local” y claro, aquí no iba a ser menos. En una ocasión planeé una visita cultural para ver una exposición, se trataba de Icons del famoso fotógrafo Steve Mcquarry, ¿te suena? seguro que si visualizas la foto de la niña afgana con aquellos asombrosos ojos azules, sabrás de quién hablo. Fue maravillosa, y me encantó conocer más a este artista. 

Os voy a hablar del lugar donde se celebró esta exposición, se trata de unos embarcaderos  en Dawes Point, quedan detrás de los Rocks (la parte “antigua”) pasado el puente. Los han reconvertido en centros culturales y me parece una fantástica idea. Este tiene un feeling muy industrial, han colocado un chester frente a una ventana con vistas al puente, está todo pensado. 

Sigo caminando por la zona, hay cafés y restaurantes, el mar por supuesto, y de repente llego a Marrinawi Cove, una piscina natural, hecha de grandes bloques de piedra, con una red (anti bichos grandes imagino) y que da a la bahía. Hay una chica embarazada que acaba de salir del agua y le digo, eres muy valiente, está helada. 

Ese día había quedado con mi amiga Helene en Newtown, del que ya os hablé en una ocasión, pero decidimos cambiar de planes y vernos en su casa, me alegré ya que eso supuso que podía quedarme junto a esta piscina, leyendo y viendo el atardecer. Fue un momento mágico. Después fui hasta el puente, lo crucé y fuimos a cenar a la calle principal de Kirribilli, donde hay un hindú, dos thai, un bowl, vamos, elecciones que nos gustan mucho. 

En una ocasión llegué para mi cumpleaños y fui a celebrarlo al Salón del Té del edificio Queen Victoria Building. Allí me tomé el High Tea y fui feliz. 

Pasé por el The Strand Arcade, un bonito pasaje comercial con tiendas muy monas y cafés en el centro. 

Y camino al hotel Angel Place Birdcages se merecía una paradita, ya que es uno de los rincones más cuquis. Os he hablado de él, se entra desde Martin Place.

Al día siguiente, para continuar con las celebraciones, quedé con Helene, y fuimos a un café que yo había descubierto en su barrio, el Lost & Found Cafe de North Sydney. Es precioso, industrial, lleno de plantas, con una fuente en su interior, pet friendly, una parte es tienda anticuaria y el desayuno está muy rico. 

Otra mañana soleada fuimos a la Cremorne Reserve, una excursión por esta península hasta el faro de Robertsons Point, tan verde y junto al mar, una maravilla. Pasamos por un jardín llamado Elephant’s Ear (la oreja del elefante), una planta que se encontró un vecino, plantó y creó este hermoso jardín. También encontrarás la Rock Pool construida por el campeón olímpico  y vecino Fred Lane en 1900.

Decidimos seguir caminando y llegamos a la playa de Balmoral, comimos algo, disfrutamos de ver el mar y regresamos en bus. 

Una mañana voy a visitar la biblioteca a leer, tiene una pequeña tienda y encuentro uno de los libros de la escritora para niños May Gibbs, sobre la que os escribí un post. Tienen exhibiciones y zona de niños, es ideal para pasar unas horitas. 

Los bomberos de aquí son muy majos, si les visitas te hacen un tour por todo el parque, en los camiones llevan regalos para niños y se paran a saludarlos. Los peques flipan, claro. 

Visitar el gran jardín botánico de Sídney siempre es una buena idea, queda justo detrás de la Ópera House, una zona es parque y la otra son los bellos jardines. Caminando hasta la punta de la pequeña península se encuentra la Silla de Mrs.MacQuarie desde donde disfruto de vez en cuando de una puesta de sol que ensambla a la Ópera House y el Puente de Sídney.

Saliendo del parque, donde en verano se celebran conciertos y musicales, me dirijo al Museo de Arte Moderno, el cual tiene una araña gigante frente a él, no tiene pérdida. La visita es muy interesante e ideal para un día lluvioso. 

Chinatown y el Paddy’s Market, donde puedes encontrar regalos y souvenirs todavía bien de precio, Darling Harbour y el Jardín Chino de la Amistad también forman parte de mis paseos invernales. 

Hay dos lugares muy cuquis en los Rocks para ir a tomar un chocolate, La Renaissance pastelería francesa con buen café (me dicen) y The Tea Cosy, una tetería muy mona, su nombre hace referencia al cubreteteras hechos de ganchillo. 

El libro que me acompaña es de uno de mis escritores favoritos Stefan Zweig y su novela “Viaje al pasado”. En 1914 un joven y pobre ingeniero químico y la esposa de su jefe se enamoran. El anciano marido insiste en que se vaya a vivir con ellos como su mano derecha. En el momento en que pretenden consumar su amor ella le dice que esperen, en ese momento él es enviado a México dos años, y le asegura que a la vuelta se entregará a él, los años pasan entre cartas. Zweig con su maestría de siempre nos lleva por un camino de promesas no cumplidas, espera y temas no resueltos entre ellos. 

 

 

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