Nueva Orleans, la cuna de jazz.

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Llegué a Nueva Orleans justo antes de carnaval. Las celebraciones de su famoso festival Mardi Gras,ya habían empezado.

Madrugué y decidí salir a dar un paseo, a ver que encontraba a esas horas. Me fui hasta Canal Street con St. Peters. Allí me topé con el maratón “Rock ´n´ Roll”, uno de los eventos del festival y la razón por la que habían cerrado muchas de las calles del centro.

Caminando hacia el parque que quería visitar me encontré, de repente, en una iglesia Our Lady of Guadalupe and International Shrine of St. Jude. Creo que fue su música la que me llevó hasta ella, estaba a punto de empezar la misa dominical y decidí quedarme, era mi primera misa góspel. Cantaron mucho, fue muy bonito y emotivo, con algunas canciones incluso lloré.

Al acabar, di las gracias al fabuloso grupo/coro y seguí mi camino hasta llegar al parque Louis Amstrong, donde primero visité la Congo Square, lugar donde los indios Houmas se reunían y celebraban su cosecha antes de la llegada de los franceses.

Más adelante, alrededor de 1740 se reunían los esclavos, en 1803 era ya famosa porque allí se juntaban para tocar, cantar y bailar los domingos por la tarde. Estas expresiones culturales se desarrollaron hasta los ritmos de jazz y blues de Nueva Orleans que conocemos hoy.

El parque lleva el nombre del padre del jazz, Louis Amstrong.

De allí entré en el Barrio Francés donde encontré algunas de las decoraciones del Mardi Gras como estas.

Púrpura es justicia, amarillo es poder y verde fe.

Muchos de sus edificios tienen ese toque francés y también español. Luisiana fue provincia española, y tras un gran incendio los españoles lo reconstruyeron.

Llegué a Jackson Square o a la que era la Plaza de Armas. Frente a ella está la catedral de San Luis, la más antigua de EEUU y uno de los pocos templos católicos del país.

Junto a ella está el Cabildo.

Y en la otra esquina me encontré con una imagen muy común, un grupo tocando, en un balcón esta vez. Esta ciudad rezuma música por todas partes, y yo encantada, ¡con lo que me gusta el jazz!

Frente a los músicos se encuentra el Café Pontalba, donde me dirigí a desayunar y probar algo de la cocina criolla, como las patatas cajún, picantitas, muy ricas. A veces no hay muchas opciones vegetarianas en lugares tan típicos, pero nos adaptamos. Por cierto, cajún es el nombre que se le da a los habitantes de Luisiana y a su cultura y comida francesas.

Seguí mi camino hasta el rio Misisipi, que queda a unos pocos pasos, pasando por la fábrica de su famosa cerveza Jax.

A dos minutos está el Mercado Francés y su mítico café Le Monde, con una gran cola, claro era domingo, así que decidí seguir mi camino.

En la Frenchmen Street me encontré todo tipo de personajes, un ambiente carnavalesco total, mucha música en vivo. Es una calle ideal para salir por la noche, dicen que es mejor que la famosa Calle Bourbon, yo estoy de acuerdo.

Ya dentro del French Market en Marigny fui a dar con muchísimas botellitas de la famosa salsa Tabasco, nacida en el sur de Luisiana, estado mayor productor del mundo.

¡Salsas picantes por doquier!

Caminando pude admirar las famosas casas sureñas “shot gun house” o lo que vienen a ser las casas “disparo”. Son largas, pasas de habitación a habitación, sin pasillo. Dicen que: desde la puerta principal puedes disparar a la lata que está en el jardín, (creo que en su historia hay un pollo, pero yo prefiero dejarlo vivir felizmente).

Explorando el Barrio Francés me encontré un mercadillo encantador en la Calle Real, o Royal Street, mi favorita. Está repleta de muchas galerías de arte, antigüedades y músicos tocando ¡dan tanta vida!

A las dos de la tarde hice un tour que me llevó a Treme, el barrio criollo donde pude ver infinidad de “casas disparo”. Se trata de uno de sus barrios más antiguos y donde se instalaron las primeras personas de color libres, convirtiéndose en el primer barrio afroamericano del país.

El barrio que le sigue, Seventh Ward, está poblado de bellas mansiones criollas.

De camino hicimos una parada en uno de los cementerios más importantes, San Luis 3, son muy parecidos a los que tenemos aquí en Mallorca. Entierran encima de la tierra. En San Luis 1 es donde Nicholas Cage tiene una pirámide-mausoleo y donde parece que está la tumba de la famosa reina del vudú Marie Laveau. Aquí el vudú, los fantasmas, los encantamientos y los embrujos están a la orden del día, es una gran parte de su cultura.

Pasamos por Central City, Touro, Lower Garden District y sus grandes mansiones de época, como la Buckner Mansion usada para la serie “American horror story”.

Y no me voy a alargar más, porque me gustaría compartir el primer libro de la premio Nobel Toni Morrison, “Ojo azules” donde la idealizada supremacía blanca es también sinónimo de belleza. La pequeña Pecola de nueve años es testigo de una gran crueldad. Su tullida madre adora la casa que limpia y aborrece la suya, su padre abusa de ella y la deja embarazada, y sus dos amigas ofrecen semillas caléndula para que el bebé viva, pero muere. Pecola está obsesionada con tener ojos azules y cree que así cambiará la forma en que la ven. Morrison entrelaza historias de incesto, abuso a menores y racismo dándonos un final sobrecogedor y recordándonos cuan cruel es el racismo.

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