Termas y catacumbas en la Roma Antigua.

¿Os gustó el anterior post? Espero que sí porque regresando al Coliseo como punto de partida os llevaré en esta ocasión hacia su izquierda, donde se encuentra el gran y magnífico Arco de Constantino. El más moderno de los arcos de triunfo que tiene la particularidad que se construyó con materiales expoliados de otros edificios. Lo pillé mirándome de reojo durante el crepúsculo.

Por esa calle pasaréis por la entrada del Palatino, que imagino visitaréis el mismo día que el Coliseo. Desde ella llegaréis al Circo Massimo. En este lado del largo circo se encuentran las pocas ruinas que de él quedan, las podéis admirar desde el balcón de la calle o pagar 5€ y pasear entre ellas.

Si dais un giro de 180º y camináis por Viale delle Terme di Caracalla llegareis a las termas del mismo nombre. Se levantan impresionantes a vuestra derecha. Mirad antes de ir el horario, yo fui un lunes y cerraban a las 14, llegué tarde y tuve que regresar otro día para verlas.

La entrada cuesta 9€ y la audio guía 5€. Yo la alquilé y os recomiendo hacer lo mismo, vale mucho la pena.

Solo entrar me impresionaron en gran medida, son tan grandes, realmente uno de los complejos más grandes y mejor conservados de la Antigüedad. Mientras iba aprendiendo sobre ellas, mas impresionantes me parecían. El hecho de que entre 8000 y 10000 personas las usaran diariamente hacía que mi imaginación se perdiera entre sus paredes.

Las construyó el emperador Caracalla en el 212 d.C. y durante el asedio de los godos en el año 537 d.C. se cerraron al cortar ellos el suministro de agua.

Tras un par de horas perdida entre piscinas, vestuarios y mosaicos, caminé hasta la parada del bus 118, queda pasada las termas y sale desde el Coliseo. Desde allí me dirigí a las Catacumbas de San Calixto.

La entrada cuesta 8€, tras comprarla me coloqué en la fila del guía español quien amablemente nos llevó frente a un mural para darnos una introducción sobre lo que íbamos a ver.

Nos adentramos en los fríos subterráneos, quince hectáreas de tierra era lo que ocupaban en la Antigüedad, un entramado de pasadizos bien cuidado llevaba a los familiares a visitar a los sus seres queridos que allí yacían. Las fotografías no están permitidas.

Fueron el cementerio oficial cristiano en el siglo III. Dicen que los primeros altares cristianos aparecieron en las catacumbas. Allí se reunían para poder rezar. Unos 500.000 cristianos fueron enterrados allí, incluidos dieciséis papas.

Las laberínticas catacumbas se construyeron veinte metros bajo tierra, bajo la Vía Apia Antica, una de las calzadas más importantes de la Roma Antigua.

La siguiente parada de bus es la de las Catacumbas de San Sebastián. Yo fui caminando desde las de San Calixto, que quedan a seis minutos.

En la iglesia me encontré algo inesperado, el que parece ser fue el último trabajo de nuestro amigo Bernini, “Salvator Mundi” de 1679, este fabuloso busto de Jesús.

Varias reliquias y otras piezas de arte se encuentran en la iglesia junto a la entrada a las catacumbas, al igual que sarcófagos y piezas de las inscripciones que había sobre cada tumba. 

Regresé en bus hasta el metro, el mismo billete sirve para ambos, una vez lo ticáis dura cien minutos. Yo os aconsejo comprar dos billetes uno para la ida y el otro para la vuelta en el metro, ya que en los autobuses no venden, hasta que no se valida no empieza a contar, así que podéis usarlo en el momento o día que queráis.

Y que mejor acompañante que Escipión para esta nueva visita romana, en la que os voy a contar un poquito sobre el segundo libro de la trilogía, “Las legiones malditas” también de Santiago Posteguillo. En él Escipión es ya adulto y va camino a ser un gran general de los ejércitos de Roma, pero para ello todavía le quedan algunas victorias, siendo la primera la gran conquista de Cartago Nova en Hispania.
Las legiones a quienes llaman malditas formarán parte de esta aventura de este gran estratega e inteligente militar, con ellas se dirigirá a África donde se librará la gran batalla de Zama.
Mientras tanto Anibal ha llegado a la península itálica, amenaza a Roma llegando hasta sus puertas.
El Senado de Roma nombra a varios cónsules para ponerlos al mando de sus legiones, mientras las discusiones internas entre los diferentes grupos de la curia siguen siendo manejadas por una mano hábil que ve a los Escipiones como sus grandes enemigos, más incluso que Aníbal.
Otra narrativa altamente adictiva con la que aprendí mucho de esta parte de la historia de Roma y con la que espero disfrutéis tanto como hice  yo.

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