Un paseo por la Alameda. Ciudad de México

Historia, comida rica, arte, gentes amables… todo esto os encontrareis en esta hermosa parte del mundo.
Mi amigo Marco es un enamorado de Ciudad de México (sí, es el mismo que está in love con Buenos Aires, así es él de enamoradizo). Y con ese amor facilitó multitud de consejos que hoy voy a compartir con vosotros, yo los seguí y me lo pasé padrísimo, como dicen allí. .
¿Por dónde empezar? Pues por el mural más grande pintado por Diego Ribera, “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central” ubicado en el Museo Mural de Diego Ribera. Una MARAVILLA que representa la historia de México y sus personajes más emblemáticos. Entre ellos podemos ver a Diego de niño, acompañado de Frida, su amor, y a su izquierda, de una Catrina que representa a la muerte, figura que se ha convertido en un símbolo en todo México.
 
Paseando por esa misma Alameda llegamos al Palacio de Bellas Artes, un IMPRESIONANTE edificio art decó, que alberga murales de artistas como Orozco y Tamayo, además de algunos de Diego; uno en particular, es el que estuvo pintando en el edificio Rockefeller de Nueva York, y que el mismo Rockefeller mandó destruir por temas políticos entre ellos.
Entremos a ver murales
Al salir, nos dirigimos al edificio de Correos, tengáis o no cartas que mandar vale la pena verlo porque es PRECIOSO, tanto por fuera como por dentro.
Correos
 
Cerca de allí está la calle Francisco Madero que nos lleva al Zócalo, la parte más antigua de la ciudad. Caminando por ella nos encontramos La Casa de los Azulejos, un antiguo palacio al que debéis entrar. Tiene un patio DIVINO donde sirven unos jugos súper ricos, nos tomamos uno en una de sus salas coloniales mientras nos sentíamos como Catherine Zeta Jones esperando al Zorro.
Patio interior del Palacio de los Azulejos, vamos a por ese zumito y a ver el resto.
 
Siguiendo por la calle Madero admiramos varios edificios realmente preciosos, como el de Zara; vemos entre ellos, medio hundida, a la Iglesia de San Francisco, es pequeña y muy bonita, pero lo más curioso sucede al entrar, os parecerá que vais borrachos, es un momento algo psicodélico.
La razón es que se hunde, igual que la bella Catedral que está en el Zócalo junto a la gran plaza de la Constitución. Un domingo de Pascua me albergó y fue una experiencia maravillosa, muy buena onda. En noviembre durante la celebración del Día de los Muertos la decoran con flores y altares.
 
El Palacio de la Nación está en esa misma plaza, entrar es gratuito aunque piden un documento identificativo. Lo más bonito que tiene es el IMPRESIONANTE patio, donde se pueden volver a admirar más murales de Diego, debo decir que me fascinan, se encuentran tantos significados en ellos, tienen mucha iconografía, además del símbolo comunista con el que los firmaba todos.
La parte central representa la llegada de los europeos, la derecha la civilización precolombina y la izquierda el  s.XX
 
Se puede llegar al antiguo Colegio San Ildefonso bordeando las ruinas de la Antigua Pirámide. Ciudad de México es como Roma, sus entresijos están llenos de historia y ruinas.
En la plaza Santo Domingo se encuentra la Antigua Sede de la Inquisición, interesante.
Cuando nos entró el hambre fuimos a un restaurante detrás de la Catedral, tan bonito que casi podría ponerse en la lista de museos y palacios. Se llama La Casa de las Sirenas, es un BELLO caserón colonial, y al pedir mesa en el roof top gozamos de la bonita vista de la Catedral justo en frente, además de una buena comida mexicana con un toque de fusión, ¡qué gozada!
Comiendo con estas vistas, ¡sí gracias!, con lo que me gustan a mi las catedrales.
Hay una colina desde donde se puede ver toda la ciudad, allí se encuentra el Castillo de Chapultepec, no es tan antiguo o medieval como los que vemos en Europa, pero sí igual de hermoso. Leí que es el único castillo real en el continente americano.
Es además un palacio que albergó al Virrey, luego al Emperador en el Segundo Imperio y a muchos presidentes, así que encontramos mucha historia y alguna anécdota amorosa, ya que allí se rodó Romeo y Julieta con Leonardo di Caprio.
Cenando en palacio
Se accede a él desde la calle Reforma y caminando tardamos unos diez minutos en alcanzar la cima, el paseo vale la pena. Y una parada obligada es el Museo Nacional de Historia, lo encontramos en la planta baja del castillo.
Todos estos bellos lugares hacen que realmente nos sintiéramos transportados a las novelas de la mexicana Laura Esquivel. Su obra Como agua para chocolate nos describe a una sociedad mexicana de principios de siglo XX. Mientras el país vivía una revolución, la benjamina de la familia, siguiendo la tradición, debía renunciar a su vida y a sus sueños para cuidar de sus mayores. Nos relata la imposible historia de amor entre la hija menor y un joven; la relación mágica de ella con la comida, y como conseguía condimentar con sus sentimientos, todos sus platos, enlazando así los caminos que llevan del estómago al corazón. Un relato lleno de amor, magia y ternura.
 
La Ciudad de México está toda ella llenísima de historia y leyendas, queridos nómadas, mucho que ver y mucho que contar. Deseo que esta pequeña introducción os guste y os sirva de guía  para empezar vuestra visita, y prometo volver con más. ¡Frida también quiere ser protagonista!
 
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2 respuestas

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