Tren a Szentendre. Hungría.

Qué maravilloso día hace, ¡nos vamos a Szentendre! o lo que viene a ser San Andrés, un pequeño y encantador pueblo costero a 20 km de Budapest, en la orilla de Pest.

Hay dos formas de llegar si no tienes coche, en tren y en barco. Nosotros, mi “encantadora familia húngara” y yo cogemos el tren H5 en Batthyány. Yo llego tempranito, así que voy a dar un paseo por la zona antes de adentrarme en la estación. Está junto al río, en el lado opuesto del Parlamento, por lo que llego caminando desde el puente, las vistas y el paseo valen la pena.

Junto a la estación hay una plaza, en ella está la iglesia de Santa Ana, que normalmente está cerrada, pero cual es mi suerte que el párroco está allí ultimando los preparativos de una boda y me deja verla.

Cuando construyeron el metro casi se deshicieron de ella, me alegro que no fuera así. Fue construida entre 1740 y 1762 en un estilo barroco italiano, ha aguantado guerras, inundaciones y terremotos, y aquí sigue erguida toda ella. 

Llegan Eszter, Naoufel, Lili & Norhane, hora de partir. San Andrés/Szentendre es un pueblecito encantador, popular por sus museos y galerías de arte, pequeñas tiendas, y de muy fácil acceso desde la capital, es por ello que es muy visitado por los turistas.

En sus callecitas encontramos heladerías tan cuquis como esta.

O un café tan mono como este, donde están encantados con las visitas perrunas, como en todo Budapest debo decir. 

O  el precioso Museo del Mazapán.  

Su foto más popular quizá sea la de esta callecita con paraguas colgando para proteger a los paseantes del fuerte sol que brilla en verano. 

Caminamos junto al río y nos paramos un ratito a chapotear en esta pequeña “playa”.

El lugar es ideal para pasar un día tranquilo y callejear por estas bellas callecitas.

Para regresar vamos a coger el barco, así probamos las dos opciones, el tren es muy barato, el barco cuesta unos 6€, como os contaba Hungría sigue siendo un país nada caro para los que llegamos de la zona euro, libra o dólar. 

El mini crucero hasta la ciudad se hace de una forma lenta, en la que disfrutamos del verde paisaje, respiramos, y nos deleitamos de “estar”, me encanta. 

Al llegar nos recibe el bello Parlamento, (no me canso de verlo) que pone la guinda a una maravillosa excursión de un día que os aconsejo hacer si pasáis unos días en la bella Budapest. 

Otro día, durante un fin de semana caluroso hacemos un pequeño viaje en tren y nos paramos junto al lago Velence, donde pasamos un día de playa muy relajante; es ideal para niños ya que no tiene casi profundidad. 

Tratando de evadir un poco el calor del centro decido ir hasta la Isla Margarita, cojo de nuevo el tranvía 6 o 4 y bajo justo en medio del puente del mismo nombre. 

La isla se encuentra en medio del Danubio, tiene forma de músculo. Es un parque natural, con algunas ruinas, un hotel, piscinas, lugares para relajarse y tomar algo. Tiene hasta una pequeña fuente que emula a las del Bellagio en Las Vegas y jardines verdes.

Lo que más me gusta es el carril para correr de 5 km que tiene a su alrededor.

Una visita a la isla es ideal cuando quieres desconectar de la ciudad, hacer algo de ejercicio, un picnic o pasar el día en sus piscinas. 

El libro que hoy nos acompaña es del mismo escritor que mi último post sobre Budapest, Sandor Marái y su obra “El último encuentro” una maravilloso repaso a la vida de dos grandes amigos separados desde hace cuatro décadas. Algo sucedió entre ellos que los llevó, a uno a vivir en el Lejano Oriente  y al otro a permanecer en su suntuoso castillo. 

Una narración magistral hurgando en las verdades más íntimas que duelen y a la vez liberan durante toda la noche de su último encuentro. El castillo, antes grandioso, es ahora una alegoría de la decadencia del imperio Austro-Húngaro. Una obra excepcional que corona este viaje por tierras húngaras.

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2 respuestas

  1. Buenos días lectora nómada.
    Gracias por compartir tus viajes.
    Las fotos son fantásticas.
    Tengo muchas ganas de visitar esta ciudad.
    Saludos,
    Alba 😘

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