Londres respira literatura en cada esquina. Es una ciudad que parece escrita antes de ser construida: paseas por sus calles y sientes que podrías ser un personaje más en una novela. Entre cafés que invitan a abrir un cuaderno, plazas que guardan historias y librerías que son verdaderos templos para lectores, es fácil dejarse llevar por la magia de los libros.
Librerías icónicas
De todas ellas, quizás la más bonita sea Daunt Books, en Marylebone, con su sala iluminada por un techo de cristal y un balcón de madera que la convierte en un lugar único. Allí, entre mapas, ediciones de viaje y estanterías infinitas, uno podría pasar horas sin mirar el reloj.
En Piccadilly vive Hatchards, la librería más antigua de la ciudad (1797) y proveedora de la Casa Real. Muy cerca, Maison Assouline combina librería y coctelería, especializada en lujosos coffee table books, esos que se colocan sobre la mesa del salón y son casi objetos de arte.
También merece mención Waterstones, una cadena que puebla la ciudad con librerías amplias y siempre animadas, entre ellas la de Piccadilly, la más grande de Europa.
En Notting Hill, The Notting Hill Bookshop, célebre por la película Notting Hill, es algo turística, pero sigue siendo una parada encantadora. Muy cerca se encuentra Lutyens & Rubinstein, una librería independiente que parece más un salón literario: su selección exquisita y su ambiente íntimo la han convertido en refugio de escritores y lectores del barrio.
Rarezas y especializadas
Skol Books, con su fachada roja, alberga ejemplares imposibles de encontrar, especializados en ediciones anteriores a 1640.
Gay’s the Word, abierta desde 1979, es la librería de referencia en literatura queer.
The Atlantis Bookshop, cerca del Museo Británico, guarda un mundo dedicado a la magia y lo esotérico. Muy cerca se encuentra Jarndyce, una joya de librería de viejo especializada en literatura del siglo XIX, imprescindible para los amantes de Dickens.
También en la zona, The London Review Bookshop combina una cuidada selección literaria con un acogedor café perfecto para quedarse leyendo entre estanterías.
John Sandoe Books, en Chelsea, es un pequeño paraíso independiente, lleno de encanto.
Lutyens & Rubinstein, en Notting Hill, ofrece una cuidada selección literaria en un espacio boutique.
Stanfords, en Covent Garden, es una librería histórica especializada en mapas y libros de viajes desde 1853.
South Kensington Books, pequeña pero refinada, es ideal para amantes de las artes. Muy cerca, La Page, con su inconfundible fachada roja, es una preciosa librería independiente francesa que trae a Londres el encanto de las librerías parisinas.
Calles de librerías
La calle Charing Cross ha sido y todavía es la calle de las librerías de viejo. Allí está Any Amount of Books, un lugar mágico donde perderse, y también el recuerdo de 84, Charing Cross Road, la librería Marks & Co. inmortalizada en la película con Anthony Hopkins y Anne Bancroft.
Muy cerca, la calle Cecil Court —llamada desde 1930 The Booksellers’ Row— puede ser una de las más literarias de Londres. Sus fachadas victorianas esconden anticuarios y librerías especializadas, como Marchpane, con la colección más grande sobre Alicia en el País de las Maravillas, o Alice Through the Looking Glass, dedicada enteramente al universo de Carroll.
Librerías con historia y memoria
Algunas ya no existen, pero forman parte de la historia cultural de Londres. Silver Moon, la librería feminista más grande de Europa, inspiró el libro A Bookshop of One’s Own, título que emula a Virginia Woolf y su Una habitación propia. Fue absorbida por Foyles, que aún conserva su espíritu en parte.
En Bloomsbury, barrio que dio nombre al grupo literario de Virginia Woolf y E.M. Forster, sobreviven librerías de segunda mano como Judd Books o Skoob Books, auténticos tesoros escondidos bajo tierra.
Librerías diferentes
En los canales, flota Word on the Water, quizá la más aventurera de todas: un barco-librería convertido en un refugio mágico para lectores.
Brick Lane Bookshop, en el East End, es un clásico del barrio, acogedor y lleno de historia.
En Notting Hill, Books for Cooks combina literatura y gastronomía: una librería dedicada enteramente a los libros de cocina, con un pequeño café donde se prueban las recetas que llenan sus páginas. El aroma a pan recién hecho y café convierte cada visita en una deliciosa experiencia literaria.
Por toda la ciudad, además, abundan las librerías de segunda mano gestionadas por charities, verdaderos cofres de hallazgos inesperados.
Cafés y rincones para leer
Londres no es solo librerías: también ofrece rincones acogedores para leer.
St Mary Aldemary, una iglesia gótica con café en su interior, es un refugio tranquilo en pleno centro.
En Fulham, Nomad Books combina cafetería y librería, un espacio perfecto para pasar la tarde.
Town House, junto al pub donde Jack el Destripador elegía a sus víctimas, mezcla tienda y galería de arte. Lo más especial es su cocina del siglo XVII en el sótano: frío en el exterior, un té caliente y un libro, combinación perfecta.
Clifton Nurseries, en Little Venice, tiene un luminoso café rodeado de plantas y opciones veganas, ideal para leer con calma.
El jardín de la iglesia de los Actores, en Covent Garden, es un rincón verde y silencioso.
El Chelsea Physic Garden, uno de los jardines botánicos más antiguos de Londres, invita a perderse entre plantas y páginas.
En Bloomsbury, la cafetería del Museo de Charles Dickens es un secreto encantador: entre retratos, cartas y primeras ediciones, se puede disfrutar de un té rodeado de la atmósfera literaria del escritor.
Y, si hace buen tiempo, no hay nada como llevar un libro a los parques londinenses: Hyde Park, Regent’s Park o Hampstead Heath son escenarios perfectos para leer bajo el sol o la sombra de un árbol.
Nota literaria
Como recordaba Jane Cholmeley en A Bookshop of One’s Own —las memorias donde revive la aventura de abrir Silver Moon, la librería feminista más grande de Europa—, abrir una librería no era solo un negocio, sino una declaración de independencia. En aquel gesto había algo profundamente literario: el deseo de crear un refugio, un espacio donde las palabras pudieran respirar.
Virginia Woolf escribió que toda mujer necesita una habitación propia para escribir; quizás hoy añadiría que también necesita una librería donde perderse. En Londres, esa idea sigue viva en cada estantería, en cada escaparate que resiste al paso del tiempo. Porque cada librería —por pequeña que sea— guarda un poco de resistencia frente al ruido del mundo, y ofrece a quien entra un rincón donde, por un momento, las palabras tienen casa propia.