De crucero por el Támesis cuando sale el sol en Londres.

Hay quien dice que nada supera a Londres en un día soleado, y debo decir que tiene toda la razón. Tener la suerte de que el sol ilumine esta bella ciudad que suele amanecer gris, bien vale la pena un paseo por sus calles llenas de historia, o por su rio.

Un domingo salí del metro con intención de visitar el interior de la Abadía de Westminster, lugar donde coronan a sus reyes desde 1066, cuando triunfó la conquista normanda con Guillermo El Conquistador (tuve que hacer un trabajo sobre él en la uni, de ahí que seamos casi íntimos)

Al llegar estaba cerrada, mi gozo en un pozo. Habían acabado los servicios del domingo y solo abren a las visitas los lunes, así que la rodeé admirando su exterior gótico, que es magnífico.

Allí cerquita quedan las archiconocidas Casas del Parlamento, que no me canso de ver, me parecen tan bonitas e impresionantes que aprovecho las pocas visitas que hago a esta ciudad para pasar cerca y admirarlas.

En la Elizabeth Tower hay una figura neo gótica de cuatro caras, la llaman Big Ben, ¿os suena? a quien no ¿verdad?

Ya que estaba en la zona decidí hacer un crucero por el Támesis hasta Greenwich, lugar donde el oeste se funde con el este.

Los barcos están justo bajo el puente que queda en frente del famoso reloj, los encontraréis con facilidad. Compré un billete de ida y embarqué, dejando el Big Ben detrás y la gran noria London’s Eye apareciendo por la derecha.

El día era fabuloso, apareció alguna nube, pero sin más contratiempos.  Un simpático señor barquero nos iba contando que lugares de importancia íbamos pasando.

Puentes, monumentos, hoteles con carisma o “agujas” que conmemoran batallas, asomaban a nuestro paso.

A la derecha, en Southwark, vimos el teatro isabelino Shakespeare’s Globe, para el que el gran escritor escribía sus obras.

Lo visité en otra ocasión, me encantaría ver una de sus obras, que hoy en día todavía se representan, así que queda pendiente. Londres es otra de esas ciudades donde hay tanto que hacer y ver, ¿no creéis?

Frente a él está el Millenium Bridge, un puente moderno que lleva a la catedral de San Pablo, desde él y desde gran parte del recorrido marítimo se ve la cúpula (igual que se ve la del Vaticano en Roma)

Otra de las figuras imponentes por las que pasamos fue el Puente de la Torre de Londres. Unos amigos se casaron en una de sus torres ¿os imagináis? Una chulada debo decir.

El crucero pasó por otros muchos lugares de interés y curiosos, como el pub cercano al Globe donde se reunían todos los escritores contemporáneos del amigo William, estoy segura que mucho se cocía allá dentro.

Por supuesto, los modernos edificios que adornan Londres también asoman a la vera del rio a vernos pasar.

Llegamos al destino final, el Old Royal Naval College, un impresionante conjunto arquitectónico Patrimonio de la Humanidad. Fue, en el pasado, lugar de nacimiento de Enrique VIII, María I e Isabel I. Se convirtió en un hospital para pasar, después, a ser propiedad de la Armada Real.

Parte del lugar es también un gran parque que llega al Observatorio donde el famoso Meridiano 0 o de Greenwich habita.

El este besa al oeste.

Desde su colina se puede, además, disfrutar de unas bellas vistas de la ciudad en un día claro.

De regreso pasé por un mercado gastronómico, lo montan los domingos y había mucho ambiente.

No me pude resistir y compré algunos fudge, “muerte por chocolate”, un dulce de caramelo blando tan típico inglés.

Junto el mercado se encuentra un gran navío llamado Cutty Sark, un velero de 1869 de los que traían té desde China. Un gran incendio se cebó con él hace un años cuando lo restauraban.

El Greenwich Tunnel es un túnel que cruza el rio por debajo, me pareció divertido, así que lo crucé. Se construyó en 1898 para reemplazar a los no muy fiables transbordadores, en unos días en los que estas dársenas estaban repletas de trabajadores.

Tras disfrutar de mi crucero, paseo y fudges cogí el metro de regreso, feliz por haber pasado un buen día y, por supuesto con la compañía de un libro de una autora inglesa, Charlotte Bronte y su Jane Eyre, uno de mis clásicos favoritos.

Nos narra la historia de una niña huérfana que queda a cargo de su tío. Tras fallecer él, ella descubre la verdadera esencia de su seno familiar, donde no la tratan bien, igual que el cuento de Cenicienta. Al rebelarse la mandan a un internado, en él conoce la amistad de Helen, aunque su partida prematura por tuberculosis la deja marcada. Tras ocho años como estudiante y como maestra es momento de dejar la institución a la que solo la une una amable profesora. Se dirige a Thornfield, su nuevo hogar, donde trabajará como institutriz. Allí se desarrolla la tercera parte de su historia, llena de secretos y el amor que siente Jane por el Señor Rochester. Nuestra joven protagonista parte de nuevo, ¿dónde la llevarán sus pasos? Os animo a leerla y disfrutar la narrativa de una de las primeras novelas feministas de la historia, donde el amor por sí misma y su independencia son la base de muchas de sus decisiones. Una obra maestra que ha llegado a nuestros días para deleitarnos igual que lo hizo con nuestros antepasados.

 

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4 respuestas

  1. Lovely post on my home town. I live near Greenwich and take the dog for his walk in Greenwich Park. Taking the boat from Westminster to Greenwich is a must do for any tourist.

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