Capítulo primero: él adoraba Nueva York

  “Capítulo primero: él adoraba Nueva York, la idolatraba de un modo desproporcionado…”

Así empieza la película Manhattan, cuando Woody Allen trata de describir su forma de sentir esta ciudad, y es que Nueva York hay que sentirla, fundirse en ella. Dicen que quien la conoce o la adora, o la odia, y vosotros, ¿la amáis o la odiáis?.

Yo afirmo rotundamente que la ADORO, y cada vez que pongo pie en ella me emociono, sin importar las veces que haya ido. Siempre me muestra caras nuevas, aunque haya fotografiado sus rasgos cientos de veces.

  La mamma otra enamorada de NY.
6ª Av. con la 55th St, escultura de Robert Clark.

Uno de mis rincones favoritos es Bryant Park, está detrás de la New York Public Library, es pequeño y ofrece multitud de eventos durante todo el año.

En algunas noches veraniegas ponen cine al aire libre, un plan ideal para descansar del calor y el nonstop, ¡porque seguro que no habréis parado!. Una noche le tocó el turno a Top Gun, fue muy gracioso ver como, cuando tocaron la bocina indicando que ya se podía ocupar el césped, multitud de espectadores lo invadieron con sus toallas y picnics dispuestos a disfrutar de una noche diferente.

Toalla lista, refresco en mano, ¡a por esa peli!

En los días de quieroverlotodo para no perder mucho tiempo, me compro algo veggie y me la como tan divinamente en una de las mesas que rodean el césped, junto a la piano corner, sí, sí, HAY UN PIANO en el parque, y con un poco de suerte, habrá alguien que nos ofrecerá un bonito repertorio musical.

Y si tenéis ganas de relajaros del ajetreo, en la esquina, junto al piano, encontraréis la Reading Room donde, si no os habéis traído vuestro libro, os prestan uno y ¡a leer!.

Allí fui a dar con uno de mis libros favoritos, el clásico inglés Great Expectationsde Charles Dickens, en el que la vida del pequeño Pip se va viendo recompensada por sus buenas actuaciones y su auto superación; al final,  gracias a todos los que le rodean, ve que el mejorar intelectual y socialmente son irrelevantes  ante el cariño,  la autoestima personal, y la conciencia.

                                                     
Si visitáis el parque en invierno tiene montado, además de la pista de hielo, un mercadillo navideño encantador, hay varios puestos donde comprar comida deliciosa y con opciones veganas. Estuve el pasado diciembre, y como no hacía frío, esa noche cenamos al aire libre de un bao tawianés, sentados en las mesitas de alrededor, me sentía tan happy que le dije a mi amigo Ian, “como me gusta comer o tomarme un chocolate en los parques neoyorquinos con ese bullicio tan particular que tienen”, ya me contaréis si vosotros también los disfrutáis.
Para desayunar, frente al parque hay un restaurante muy cuqui al que me llevó en una ocasión mi amigo Frank, Le Pain Quotidien, tiene un ambiente muy agradable para ir a escribir o leer en los meses de invierno cuando las calles están nevadas.
Cruzando la 5ª Avenida, en la calle 42, podemos ver el emblemático edificio Chrysler, es mi favorito, su estilo art decó hace que sus escamas brillen entre los rascacielos. Le debe su nombre a que fue construido por Walter Chrysler y desde 1930 hasta mediados de 1950 fue el cuartel general de la compañía.
Sr. Chrysler conozca a su vecina Grand Central

Justo al lado del amigo plateado está la estación Grand Central, llena de secretos y curiosidades. Fue inmortalizada por Hitchcock en “Con la muerte en los talones” con el guapo Cary Grant, (otro clásico, ¡me encantan!). Aunque también la vemos congelada en “El día de mañana”, semidestruida en “Los Vengadores” y presente en tantas otras películas.

Hay un dato gracioso y es que en su  interior  tiene una bóveda con estrellas y constelaciones ¡AL REVÉS!, sí, leí que fue un error y la pintaron al revés, también se ve un agujero que aguantaba un misil en la Guerra Fría, yes, como  lo oís, en Piscis.

El pequeño agujero en medio de los dos peces, casi no se percibe.
Los más románticos igual queréis pasar por la galería de los susurros, the Whispering Gallery, cuya curiosidad es que fue diseñada por un valenciano. Funciona susurrándole a una columna y el que está en la opuesta puede oírte.
Y entre las vías 39 y 42 está la llamada Galería de los Besos, ¡qué amorosos ellos!. Se llama así porque históricamente era donde se despedían con un beso para coger los trenes de largo recorrido.
Y con un susurro y un beso os agradezco que me leáis queridos nómadas, y como la Gran Manzana da para muchos posts, ¡os veo en el próximo!

 

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