Nos vamos al teatro con Eva en Buenos Aires.

 

Fue una mujer adelantada a su tiempo, una actriz que se convirtió en Primera Dama, hizo mucho por su país en pocos años, consiguió el voto femenino e incluso escandalizó a alguna que otra esposa de dictador. Sencilla y elegante.

Eva Perón, uno de los personajes más emblemáticos de este país y una de mis ídolos, ¿la conocéis?
No se puede visitar Buenos Aires y no querer saber un poco más sobre ella, así que nada más aterrizar, literalmente, me dirigí al Museo Evita, que está junto al hermoso jardín botánico, en Palermo. Se halla en una mansión muy bonita que a principios del siglo pasado albergaba a mujeres necesitadas y a sus hijos, adivinad quien las patrocinaba, sí, la Fundación Eva Perón.
 
Allí os recibirá un amable caballero de raíces mallorquinas y os cobrará la entrada. El principio del pequeño tour de la vida de Evita lo abren siete de sus vestidos, cada uno representa los últimos siete años de su vida. Conserva también una urna que se usó para el voto de las mujeres. Me gustó mucho, me sentí como si estuviera visitando a una amiga. No permiten fotografías, así que os invito a verlo personalmente. El único lugar que podemos captar y llevarnos a casa es el hermoso patio interior cordobés.
El pequeño y coqueto patio cordobés

 Eva murió muy joven y su tumba se encuentra en el Cementerio de la Recoleta, en el barrio del mismo nombre. A día de hoy sigue siendo muy visitada, igual que la casa de John Lennon en Nueva York. Hay personajes de nuestra historia que nunca desaparecen ¿verdad?, como reza en una de las placas de su mausoleo ella es “Eterna en el alma de tu pueblo”.

El Cementerio está en un bonito parque y junto a su entrada se levanta la Basílica del Pilar, sí, una Pilarica argentina.

 

La basílica con un fresco estilo colonial, bonita ¿verdad?
No solo allí le rinden homenaje, los argentinos decidieron inmortalizarla colocando su imagen de acero forjado en las caras norte y sur de un rascacielos en la Avenida 9 de julio, una de las más anchas del mundo, ¡qué sencillos ellos! En el centro de esta avenida está la Plaza de la República y allí se haya un Obelisco junto a las letras BA tan fotografiadas por sus visitantes.
La cara norte que inmortaliza a Evita por partida doble.
Y cruzando los numerosos carriles de esta avenida asoma majestuoso el Teatro Colón, uno de los más importantes del mundo y bello como pocos. No podía seguir mis andaduras sin ver su interior, cosa que también os recomiendo hacer.
Aquí tenéis la entrada principal, da a la plaza Lavalle con sus partituras esperando al director.
Las visitas del teatro son guiadas y en la nuestra nos acompañó Ximena, ¡cuánta historia y anécdotas nos contó!, todo ello con mucho humor. Cada estancia que nos enseñaba era más y más magnífica. La sala de los espejos, usada en sus inicios para socializar y donde ahora se ofrecen pequeños conciertos, está decorada CON ORO, no sabía hacia a donde mirar ante tanta belleza.
El oro… la foto no le hace nada de justicia … me temo que tendréis que ir a verla.

Como os imaginaréis la joya de la corona  fue la sala principal, cuya entrada provocó uaus y silbidos de los treinta y cuatro maravillados visitantes que formábamos el grupo. En su forma de herradura caben 2800 personas, y lo más impresionante es que NO USAN ALTAVOCES, ¿os imagináis una Aida o una Carmen cuyas notas llegan desde las cuerdas vocales de los interpretes a vuestros oídos? … ¡prodigioso!

Por supuesto, no era la única sorpresa, este teatro tiene algo que lo hace ÚNICO, en su lámpara se pueden ocultar músicos, y os preguntaréis ¿y qué hacen allí? Ellos reproducen sonidos celestiales al igual que climáticos,  con lo cual llegan al público directamente del cielo.
Sí, ahí en el círculo pequeño caben unos quince músicos.
Espero volver a la ciudad a disfrutarlo, siempre es bueno dejar algo “para la próxima” así nos aseguramos el retorno, y parece ser que quien visita el Teatro Colón regresa a él.
En la concurrida calle Florida hay un edificio art decó con una historia muy graciosa. La joven Kavanagh una “nueva rica” lo construyó solo para que la madre de su novio “de alta cuna” no pudiera ver la iglesia a la que asistía, en venganza por oponerse a la boda de su hijo con la joven… ya veis como se las gastaba…
Mirad que escondidita se quedó la bonita iglesia.
En esos días se celebraba en la ciudad la feria del libro, y como amante de la literatura, allá que me fui con mi amigo Kike. Era enorme y medio planeta estaba allí. Me alegré al ver que la cultura tenía tanto éxito como el deporte nacional.
Allí descubrí un libro llamado “El tango de la guardia vieja” del escritor español Arturo Pérez-Reverte. Narra una historia de amor, intriga y desafíos que tiene al Buenos Aires de los años 20 como uno de sus escenarios. Un juego de ajedrez, música, conspiraciones, la Guerra Civil española, todo ello aderezado con mucho erotismo. La guardia vieja hace referencia al movimiento cultural y al grupo de músicos y bailarines que consolidaron al tango que conocemos hoy y el cual se bailaba entre hombres. En sus orígenes se bailaba en los muelles porteños crudo, casi obsceno y que tenía más que ver con el sexo que con el baile de salón que hoy conocemos.

 

 
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