Navidades en Nueva York

Si hay una ciudad navideña por excelencia esa es Nueva York, claro que hay algunas más, pero qué os va a contar esta enamorada de la Gran Manzana.

No se quedan cortos con las decoraciones. La 5ª Avenida resplandece de luces y canciones navideñas. Caminando hacia el sur, o sea, dejando Central Park detrás, os encontraréis al Hotel Plaza a vuestra derecha, donde se instaló Cocodrilo Dundee en su visita a la gran ciudad. En frente está Apple, solo veréis la manzana, porque la tienda es subterránea. En la misma acera está la famosa joyería Tiffany’s de la que os hablé en mi post ¿Desayunamos en Central Park? Ahora se puede desayunar allí como en título de la película, hay que pedir hora con antelación, el restaurante se encuentra en la cuarta planta y está decorado con los colores de la marca.

Creo que mi hotel favorito en lo concerniente a decoraciones navideñas es el emblemático Península, que además tiene una azotea ideal.

El Saint Regis, que está en frente, es más bonito aunque tenga unas decoraciones más sencillas. Me encantan los hoteles históricos. 

Llegando a Rockefeller Center encontraréis el famoso árbol de navidad, el que siempre sale por la tele el día que lo encienden. Hay un pasillo entre edificios que os lleva a él, y debajo está la pequeña pista de hielo, visita obligatoria en unas navidades neoyorkinas.

Seguro que en vuestra visita querréis subir a uno de los rascacielos, yo siempre recomiendo el observatorio del Rockefeller Center “Top of the Rocks”, de esa forma podéis ver el Empire State y el Chrysler, ya que si subís solo al Empire State no lo podréis admirar desde la distancia y la altura. Si además subís antes de que anochezca podréis ver la ciudad de día, la puesta de sol sobre el Hudson y la ciudad de noche con sus luces, todo en uno. La entrada está en la calle de al lado, no en la quinta. Por supuesto también está el One World cerca de la zona 0 y otros dos que han construido desde que escribí este post, el Summit en el edificio One Vandervilt y el Edge. 

Por cierto, en la planta baja del Rockefeller que da a la calle 50, también se encuentra una tienda de ropa y accesorios para el hogar de la cadena Anthropologie, no soy muy de compras, pero esta tienda ¡tiene unas cosas tan bonitas! Unas tazas y unos boles tan monos, que os lo tenía que contar.

Delante de este gigante reposa tranquila la Catedral de San Patricio. Es de estilo neoclásico recubierta de mármol y ocupa toda una manzana. Queda justo en frente del Atlas.

San Patricio es el patrón del pueblo irlandés. Tras la Gran Hambruna muchos irlandeses llegaron a USA, con ellos trajeron algunas de sus costumbres como la celebración del día de San Patricio en marzo, muy arraigado en la ciudad de Nueva York. Uno de sus más carismáticos presidentes, J. F. Kennedy, provenía también de una familia irlandesa.

Donde os vais encontrar el mayor espectáculo de luces navideñas será en el edificio vecino de la catedral, en Sack’s 5th Avenue, un centro comercial que llena su fachada de luces que se encienden y apagan al son de villancicos, y la convierten en castillos de princesas de Disney. Allí fui el año pasado con mi buen amigo Ian, nos sentíamos como en una de esas películas navideñas del domingo por la tarde.

Después de hacer cientos de fotos y videos a este trocito de calle seguimos caminando hasta el Bryant Park. Os hablé de él en mi primer post sobre esta ciudad “Capítulo one: él adoraba Nueva York”. En estas fechas navideñas sigue siendo mi parque favorito.

Sobre la hierba instalan otra pista de hielo, así que si no habéis patinado ni en la del Rockefeller ni en la de Central Park, tranquilos, aquí tenéis otra oportunidad.

En sus terrazas instalan un mercado navideño pequeñín, pero muy cuqui. Como os contaba en mi post, hay puestos para comer, así que el señorito Ian y esta lectora nómada decidimos aplacar nuestra hambre en un puesto de comida Taiwanesa y comernos su típico panecillo bao que fue todo un descubrimiento, y lo como en cada visita neoyorquina. En otro de los puestos venden masa de cookies que está de rechupete.

Desde el parque podemos ver al gigantón de la ciudad que también vive en la 5ª avenida con la 34, el Empire State Building, una de las siete maravillas del mundo moderno, y allí nos vamos a darle las buenas noches y ver las luces que lo decoraban. Según el tema de moda lo decoran de un u otro color.

Si os hace ilusión subir también a su terraza, como hizo King Kong, sale más barato que ir al Top of the Rocks. He leído que cuando murió la actriz que enamoró al gran gorila, Fay Wray, el edificio estuvo en completa oscuridad durante 14 minutos, ¡qué romántico!

Caminando un poquito más llegaréis al Edificio Flatiron, de él y sus alrededores ya os conté en el post “Así convierten lo nuevo en trendy en Nueva York”.

 

Hoy os hablaré sobre un libro que nada tiene que ver con la gran ciudad. Lo leí hace unos veinte años y lo disfruté tanto como disfruto a Nueva York cada vez que la visito. Estoy segura de que habréis oído hablar de él, se trata de nuestro amado “El Alquimista” de Paulo Coelho. Una historia que empieza en Andalucía, desde allí Santiago emprende un gran viaje en busca de un tesoro que se le mostró en un sueño, en él que vivirá aventuras, conocerá a Fátima, su amor, también al Alquimista, que le enseñará su magia, le atracarán, hasta que descubrirá que el tesoro está enterrado en su aldea. Todo ello nos enseña que siempre hay que perseguir nuestros sueños, porque en el camino se irá formando nuestra propia Leyenda Personal.

Mi Leyenda Personal me trajo a esta fabulosa ciudad sobre la que me encanta escribir, espero la disfrutéis si la visitáis estas navidades. ¡Felices Fiestas queridos nómadas!

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