Los caminos de Roma que nos llevan al Vaticano.

Roma no cabe en un solo post, así que aquí estoy con otro en el que os pregunto ¿qué estado nos encontramos dentro de esta bella ciudad? Sí, el Vaticano, custodio de tanto arte que deja a cualquiera deslumbrado y fascinado. En nuestra visita a Roma mi madre y yo decidimos coger el autobús desde la estación Termini para ir a visitarlo. Nos bajamos en una parada que queda en frente del puente que nos lleva al Castillo de Sant’ Angelo.

También le llaman el Mausoleo de Adriano. Está conectado al Vaticano por un túnel secreto llamado Passetto, se usó para que el Papa Clemente VII se refugiara durante el asedio de Roma. El castillo se menciona en la novela de Dan Brown “Ángeles y demonios” como la sede de la hermandad secreta de los Illuminati.

Al llegar nos recomendaron hacer un tour, cosa que hicimos y más tarde nos pareció la mejor de las ideas. Si lo hacéis os contarán de donde vienen muchas de las obras, las esculturas y todo el maravilloso arte que podréis admirar en las estancias de la residencia del Papa, así no os perderéis detalle, hay mucha riqueza que disfrutar.

Nos dirigimos a una pequeña oficina que está extramuros del Vaticano, dimos un pequeño paseo porque todavía era temprano para empezar el tour.

Encontré una pequeña  y graciosa muestra de arte urbano, que como sabéis me encanta.

Otra de las cosas que vimos y nos chocaron, además de parecernos muy chulas, fueron las fuentes de agua. Para poder beber hay que tapar el agujerito de abajo, para que el agua suba por el de arriba. La mamma se convirtió en una experta.

Llegó el esperado momento de la visita, caminando pasamos por la gran plaza de San Pedro, creada por Bernini, allí pudimos contemplar las grandes columnas que la rodean, sus cuarenta santos y el obelisco central.

Al entrar, pasamos por pasillos y salas todas ellas llenas de arte y belleza.

Al llegar a la grandiosa Capilla Sixtina nuestra guía nos indicó lo que debíamos mirar, el significado de muchos de sus frescos, para no perder detalle de su magnificencia.

Podréis ver con vuestros propios ojos que es realmente verdad todo lo que dicen de su belleza, ni la RAE tiene suficientes calificativos para describirla. Pensar que todos aquellos frescos estaban ennegrecidos y ocultos por el humo de las velas, por suerte al limpiarlos recuperaron los colores originales para que nosotros, los afortunados, lo pudiéramos disfrutar.

Por supuesto no podemos visitar esta ciudad y olvidarnos de la deliciosa pasta, del café espresso, o de la tan popular bebida llamada spritz, todo ello lo podréis disfrutar en el barrio de Trastevere, uno de los mejores barrios para ello, está lleno de restaurantes con mucha vida en sus callecitas y terrazas.

Me encantan sus rinconcitos

Se encuentra junto al rio del mismo nombre, el Tíber en español. Lugar ideal también para salir por la noche.

Ya de regreso al hotel pasamos por una zona que me pareció muy interesante para visitar, el Gueto Judío. Quizá sea por mi fascinación sobre este pueblo o lo que pasó durante la guerra. Me fijé que en cada casa donde vivieron familias que fueron llevadas a Auschwitz tenían, en el suelo junto a la entrada, unos adoquines dorados con sus nombres y el día que se los llevaron. Se nos puso la piel de gallina, creo que os pasará lo mismo si vais.

Llegamos a la Sinagoga, un templo de dos pisos. En su interior, además de ser un importante lugar de culto de la comunidad judía, pudimos ver un museo muy interesante sobre sus costumbres religiosas, que incluía además una sección sobre el Holocausto.

En este mismo barrio podréis probar lo que a nosotras nos pareció un majar de dioses, la alcachofa cocinada al estilo judío. MARAVILLOSA.

Otra curiosa costumbre que tienen en Roma es que cuando nace un bebe, en la puerta de la casa colocan un mini corona rosa o azul, según haya sido niña o niño, y su nombre debajo. Aquí es donde nació Lucrezia.

Visitamos Roma en un año Jacobeo, que es cuando las basílicas e iglesias abren su portal mayor, según reza la tradición se cruza como último paso de expiación de los pecados, así que cruzamos el de San Pedro y también el de Santa María la Mayor, otra de las SUBLIMES iglesias que quedaba a unos metros de nuestro hotel. Ahora además de nómadas, somos casi santas.

El libro del que os voy a hablar hoy no puede ser otro que el que ya mencioné más arriba, Ángeles y demonios de Dan Brown. Una historia que sucede en un solo día y en la que nuestro ya conocido Robert Langdon investiga a la secta de los Iluminados y un arma mortífera con la que planean destruir el Vaticano. Brown, muy en su línea, rodea a Langdon de simbología esperando a ser descubierta. Mientras todo ello sucede, el cónclave está encerrado decidiendo quien será el nuevo Papa. En las fechas en las que leí este libro un nuevo Papa estaba siendo elegido en la vida real, igual que en la ficción, fue interesante leer sobre lo que estaba pasando antes de que la fumata blanca nos indicara un habemus Papa.

 

Como ya os conté Roma es un lugar lleno de arte en cualquiera de sus plazas, calles o iglesias, un lugar al que me apetece regresar y seguir admirando los rincones que seguro me quedan por explorar, así que ¡preparemos otro viaje nómadas!

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