La Plantación Middleton. Charleston.

Una bella mañana después de desayunar en Toast pedimos un uber y las cuatro, muy emocionadas, nos dirigimos a la Plantación Middleton. Íbamos a ser testigos de cómo era una plantación de arroz dorado de Carolina y como se vivía entonces.

Al llegar compramos la entrada por 42 dólares, lo único que no incluía era un paseo con carro tirado de caballos.

Nada más llegar la belleza de los árboles nos deslumbró. Entramos por un pasillo donde un amable señor de Kentucky con un acento  a lo John Wayne nos indicó donde ir.

Pudimos admirar los jardines paisajísticos más antiguos de EEUU, inspirados en Versalles y su geometría. Me encantaría verlos en marzo cuando florecen las camelias, debe ser un espectáculo maravilloso.

Nos dirigimos a la casa principal para un tour de 45 minutos donde nos iban a contar la historia de la familia Middleton. No se permiten fotografías.

La plantación sigue perteneciendo a la misma familia, tuvimos la suerte de ver a uno de sus miembros. Nos narraron las historias de sus ancestros desde Henry Middleton, que llegó a la plantación a través del matrimonio con Mary Williams en 1741. En la casa se puede ver la colección de muebles, porcelana, libros y documentos perteneciente a la familia.

Una de las esposas de los Middleton, la Condesa Paolina, dibujó la propiedad en 1842 antes de que la Guerra Civil la destruyera y los ejércitos de la Unión acabaran con lo que allí quedaba. Algunas de las posesiones fueron enterradas para su protección.

Las ruinas del ala norte donde se encontraba la casa principal siguen allí, frente a ellas pudimos admirar la magnificencia de los jardines.

Nosotras estábamos entusiasmadas con los maravillosos, gigantescos y majestuosos robles decorados con “musgo español” o “barba de viejo” que abundan en la propiedad. No me cansaba de mirarlos.

La antigua capilla estaba construida sobre un manantial, la razón era que bajo ella se conservaban frescos los lácteos.

El manantial fluía hacia un lago que nos llevó a los restos del molino.

Desde allí podíamos ver lo que solían ser los campos del arroz dorado que tanto enriqueció a este estado.

En la dirección opuesta a la casa principal está la Casa de Eliza, desde donde empieza el tour “Beyond the fields sobre la vida y el trabajo de los esclavos en la plantación, una visión completamente diferente.

Eliza fue la última habitante de esta casa, murió en 1986 a los 94 años. Se cree que Ned y Chloe vivieron en esta ella como esclavos y como trabajadores tras el fin de la guerra.

En documentos figura Ned al cargo de la plantación cuando la familia no estaba. Tras la abolición de la esclavitud muchos regresaron como asalariados porque ese era la único lugar que conocían, y no sabían muy bien dónde ir. Fueron factores clave para la recuperación del lugar.

Los Middleton tenían diecinueve plantaciones y en un periodo de 187 años fueron propietarios de 3.500 esclavos, esta es la lista.

Vimos donde guardaban las herramientas y enseres y como trabajaba el herrero.

Visitamos los establos, donde conocimos a este pequeño gran caballo al que pudimos dar un achuchón. Nos contaron que los rescatan, son caballos de trabajo, por ello son felices trabajando, si no se ponen nerviosos, pero nunca lo hacen cuando hace mucho calor y tienen un máximo de horas. Los cuidan de maravilla la verdad.

También vimos donde confeccionaban tejidos teñidos de añil, que es una flor autóctona y que crece en la propiedad.

Otra parte del área de trabajo es donde hacían vasijas, velas, jabón … eran autosuficientes.

Lo que no podían fabricar lo traían en barco a través del Rio Ashley, uno de los dos ríos más importantes de Charleston. La plantación está ubicada de tal forma que a través del rio podían abastecerla y trasportar el arroz.

Hoy en día la plantación pertenece a la Fundación Middleton, que se ha encargado de restaurar y conservar tan bello lugar. También posee un hotel de cincuenta y cuatro habitaciones que no se ve desde la casa principal, ya que está oculto entre los árboles, un lugar ideal para desconectar.

Y qué mejor que un libro para desconectar; en esta ocasión he elegido el que me parece más adecuado para hoy, un clásico de la literatura americana, “La cabaña del tío Tom” por la abolicionista Harriet Beecher Stowe. Una conmovedora historia que no os dejará impasibles. Por una parte nos presenta a Eliza, su esposo e hijo, su vida y escape a Canadá. Por otro lado la vida de Tom, como es vendido y separado de los suyos, su encuentro con la pequeña Eva, su fuerte fe en Dios, como es de nuevo vendido y apaleado hasta su último aliento, no sin antes animar y ayudar a dos mujeres a escapar. Es convertido en mártir y recordado por todos los esclavos que George Shelby libera en honor a Tom, su cabaña se convierte en un símbolo de sacrificio y vida piadosa.

Es una historia de cómo viven y sienten siendo esclavos y como son perseguidos por hombres horribles cuando deciden escapar. Por otro lado nos describe a los propietarios que los venden y maltratan y otros que los ayudan y liberan. La autora ataca con esta novela la ley sobre los esclavos fugitivos y su intención es mostrar la esclavitud como algo maligno, a la vez que presenta personajes de amos amables. Una obra maestra.

 

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