Estaciones en Central Park

En uno de mis primeros posts nos fuimos a desayunar a Central Park, hay tanto que hacer en este parque, nos ofrece tantas maravillas, que he decidido llevaros a él de nuevo.

¿Cuál es vuestra estación favorita en Nueva York? A mi me resulta difícil elegir, aunque tengo una anécdota divertida sobre el invierno, cuando una vez “arrastré” a Virginia a pasear por el parque, todo porque quería una foto de un lugar en particular.

Cuando íbamos saliendo a reunirnos con unas amigas me dijo, “Darling, podríamos dejar el parque para el verano, ¿te parece?”, cosita, creo que se congeló un poquito. Eso no nos evitó echarnos unas risas a lo “Sexo en Nueva York

El otoño es precioso, el parque se llena de diferentes tonos de marrones, rojos, dorados, amarillos … es como estar en un cuento.

El verano llega a esta ciudad de grandes contrastes y lo hace con calor, mucho calor, con lo cual el parque se convierte en un lugar ideal para pasear a la sombra de sus árboles o practicar deportes. Sus tardes y noches se pueblan de conciertos.

Si accedéis al parque desde el sur donde está el hotel Plaza pasareis por un pequeño lago que tiene un puentecito muy cuco.

Y allí al lado hay una pequeña montaña de rocas que contrasta con los rascacielos, si no, mirad a nuestra “escaladora”.

No lejos de allí, siguiendo el camino en la zona este del parque está el zoo, no soy amiga de tener animales enclaustrados, con lo cual suelo pasar de largo. A la altura de la calle setenta y cuatro hay otro pequeño lago donde navegan pequeños barquitos por control remoto. Es muy popular en la gran pantalla, seguro que os suena haberlo visto en muchas películas.

Al norte de este lago podréis ver las estatuas de Alicia la  del país de las maravillas, de la bruja, o Hans Christian Andersen, pero mi favorita por su historia es la del perro Balto, que llevó un serum para combatir una epidemia de difteria a un lugar muy alejado de Alaska en medio de una tormenta, todo un héroe al que luego no supieron tratar muy bien por desgracia. Su estatua reza, resistencia-fidelidad-inteligencia.

El parque tiene un paseo precioso, es uno de mis lugares favoritos donde voy con mi libro a sentarme en uno de sus bancos y leer bajo sus hermosos olmos. Las estatuas del poeta Robert Burns, Sir Walter Scott o William Shakespeare hacen compañía a cualquier lector, de ahí que le llamen  el “Paseo Literario” y se encuentra en la parte más sur del Mall.

Existe una terraza llamada Bethesda, en cuyo corazón vive una fuente con un “Angel de las Aguas” que ha sido protagonista de numerosas películas y es además, un lugar ideal para celebrar bodas.

Tiene dos niveles, uno se encuentra sobre dos grandes escaleras.

Bajo ellas hay un pasadizo, os preguntareis que tiene de particular, pues sus preciosos azulejos y mosaicos.

Un día de verano nos encontramos un coro practicando y fue realmente maravilloso escucharlos.

Junto a la fuente está el lago The Lake por el que navegan barquitas a remo, si lo seguís pasareis sobre un puente muy bonito, el Bow Bridge.

Todos sus alrededores son encantadores.

Es tan romántico que no me extraña que la escritora Sol Aguirre lo haya convertido en un personaje especial de su novela “Algún día no es un día de la semana” de la que os hable en mi anterior post sobre el parque.

A su vera hay unos bancos ideales para sentarse a leer o tomar un chocolate mientras se contempla el parque fusionándose con la ciudad.

Hablando de leer, ¿habéis leído el clásico “El guardián entre el centeno” de J.D.Salinger? Se trata de un libro fabuloso escrito en primera persona por un joven de dieciséis años al que expulsan de su colegio por malas notas. Decide ir a casa, a Nueva York, pero no aparecer hasta unos días más tarde, ya que al no ser este el primero colegio del que es expulsado no quiere oír el sermón de sus padres. En su despedida del colegio, su deambular por la ciudad entre hoteles, bares y desayunos nos va dando su visión sobre algunas costumbres y personas, y como le cargan muchos comportamientos. Usa un lenguaje adolescente que provoca al público, habla de la sexualidad de una forma abierta poco común al final de los años cuarenta. Si conoces ya Nueva york irás acompañando al rebelde Holden por sus calles, hoteles baratos, la estación Grand Central y otros tantos lugares, entre ellos, Central Park.

Un libro que debería estar en nuestra lista de lecturas y que espero que disfrutéis queridos nómadas, al igual que de esta ciudad sobre la que no me canso de escribir.

 

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