Berniniando por Repubblica, Quirinale y Popolo. Roma.

 

Una de mis rutinas romanas es ir a yoga; encontré, gracias a un amigo, el bonito estudio Ryoga muy cerca de la Piazza della Repubblica. La parada del metro está justo debajo y el primer día que salgo de él me encuentro no solo con una magnifica plaza semicircular, si no con la exuberante Fuente de las Náyades que se halla frente a la Via Nazionale, la gran avenida que conecta con la Piazza Venezia.

Y frente a la basílica de Santa María de los Ángeles y los Mártires. Ella parece una sencilla y pequeña capilla, cuando al entrar me encuentro con “otra” esplendorosa iglesia que me deja boquiabierta. Forma parte de un gran complejo del que os hablaré otro día.

Camino al estudio de yoga, paso por otra de las fuentes importantes de la ciudad. La Fuente del Agua Feliz o del Moisés está en reparación, aun así emana magnificencia por sus cuatro costados bajo esas telas.

Frente a ella veo la barroca iglesia Santa Maria de la Victoria, cierra a las doce, así que tengo tiempo para una pequeña parada para admirar sus “ángeles flotantes” y el “Éxtasis de Santa Teresa” de Bernini que casi me deja sin sentido. Si habéis visto la película “Ángeles y demonios” ella acoge la escena del cardenal y el símbolo del fuego.

No quiero llegar tarde, sigo mi camino por la Via Venti Settembre, repleta toda ella de ministerios y embajadas.

Me digo que al acabar la clase voy a tomar una dirección al azar a ver donde me lleva, doy primero un paseo por el barrio, lleno de magníficos edificios.

Llego a la Piazza Barberini y en su centro admiro la fabulosa Fuente de Tritón, de mi amado Bernini, una gran avenida se abre frente a ella.

Camino un tramo, doblo a la izquierda hacia Vía Quirinale que me lleva a las renacentistas Cuatro Fuentes, representan al rio Arno, al rio Tiber, a Juno y a Diana;  cada una ocupa una de las esquinas de los cuatro edificios que allí convergen. ¡Qué creaciones! Roma nunca me deja impasible.

Desde allí voy a dar a una de las siete colinas, la del Quirinale y su palazzo, que es además donde reside el Presidente de la República. Bernini dejó su huella en él. 

¡Qué buen ojo para elegir emplazamiento! Ante mi se abre otro mirador desde donde admirar a la Eterna.

El centro de esta plaza está coronado por un obelisco. Leí que hay trece en diferentes plazas, algunos fueron traídos directamente de Egipto. La curiosidad que tiene es que en los tiempos de Escipión y Trajano adoraban a unos dioses y decían ¡por Cástor y Pollux! y son los que adornan su base.

Fui bajando la colina hasta llegar a la Via Gregoriana. Había oido hablar de un pequeño palazzo que allí se encuentra, me fijo bien para no pasarme, y sí, allí está, el Palazzo Zuccari, su puerta y sus ventanas tienen unos marcos en forma de caras con las bocas abiertas, el arquitecto no quería pasar desapercibido.

A unos pasos veo la Trinità dei Monti, sí la misma de las postales de “Vacaciones en Roma”, otro bello clásico que adoro.

Es además otro estupendo mirador que se encuentra en lo alto de la Escalinata Española, la que va a dar a la popular y concurrida Piazza Spagna.

Toma el nombre de la Embajada Española, que también ha sabido elegir ubicación.

Las escaleras me llevan a la Via Condotti,  una de las populares calles del centro de Roma por sus compras y boutiques de grandes marcas.

Converge con Via dei Corso, ideal para compras asequibles a más bolsillos.

En mis redes os hablaba de muchas iglesias, hay en cada calle y esquina,  yo os invito a visitarlas si tenéis tiempo, y si no, al menos las más importantes. La gran basílica que me encuentro al entrar el Via dei Corso es la de San Ambrosio e Carlo al Corso. Enorme y espectacular.

Esta vía es peatonal y me lleva hacia el sur a la Piazza dei Popolo, o del pueblo.
Una de las plazas que no podía dejar de visitar. Alberga dos iglesias gemelas y el segundo obelisco más antiguo de Roma, es egipcio y se encontraba en el centro del Circo Massimo en sus días de esplendor.

Además de la importante Santa María del Popolo,  protagonista de “Ángeles y Demonios” y hogar de dos pinturas de Caravaggio y una obra de Bernini, el conjunto completa la visita de la piazza.

Veo unas escaleras junto a la gran puerta diseñada por Bernini, las subo y me llevan a la Terraza del Pincio, ¡qué sorpresa! Otro fabuloso mirador que tiene como tema central la neoclásica plaza.

Esta terraza nos lleva a un parque con una sorpresa que os contaré otro día. Al bajar cruzo la bonita Porta dei Popolo y desde la parada Flaminio marcho a casa mientras leo la última parte de la trilogía de Trajano, “La legión perdida “ de Santiago Posteguillo. Continuamos con un relato ameno y ágil y que no quiero que acabe. Posteguillo cuenta la parte histórica además de la novelada con un dinamismo y un realismo que me hace disfrutar mucho. Si os gusta la novela histórica este es un autor que no podéis dejar pasar. En este último libro leemos sobre el sueño de Trajano y su desenlace que os dejo ahí para que lo disfrutéis nómadas.

 

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2 respuestas

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